Todos juntos
Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

sábado, 31 de diciembre de 2016

NUESTRO DESEO DE PAZ


Despedimos el año con nuestro deseo de PAZ para todos vosotros, para todos los vuestros, para todos los cristianos, para todo el mundo. Que 2017 sea un año de PAZ es el anhelo del EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO.

MEDITACIÓN POR LA PAZ

Que la Paz sea al Norte y al Sur, al Este y al Oeste,
que la Paz sea para todos hacia arriba y hacia abajo,
que haya Paz, que todo lo abarque, Paz que todo penetre.

La Paz de los lagos serenos, de los tranquilos bosques,
la Paz de las tardes de verano y las noches de luna,
la Paz de los océanos calmados y los ciclos siderales,
la Paz de los corazones fieles y contentos,
la Paz y las Bendiciones de los Santos,
Que fluya dentro de mí y de mí hacia todos,
en Todos los tres mundos que moramos.

PAZ PAZ PAZ

Que no haya mas de mi y mío,
que pueda yo vivir tan solo en un centro de PAZ,
que pueda perdonarme, sumergirme, olvida y fundirme en la
PAZ.

Que haya Paz, que todo lo abarque, PAZ, que en todo penetre,
PAZ a todos los seres, sempiterna PAZ.

Autor anónimo
Publicado en “The Theosophist” 1912

Plegarias por la PAZ en 83 idiomas




viernes, 30 de diciembre de 2016

BARTOLOME I PATRIARCA ECUMÉNICO DE CONSTANTINOPLA: 2017 AÑO DE LA SANTIDAD DE LA INFANCIA


PATRIARCA ECUMÉNICO DE CONSTANTINOPLA: QUE EL 2017 SEA EL AÑO DE LA SANTIDAD DE LA INFANCIA

El Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, Primus inter pares entre los primados de las Iglesias ortodoxas, ha decidido proclamar el 2017 como el Año de la santidad de la infancia. Lo ha referido el mismo patriarca, en el mensaje que acaba de publicar con motivo de la Navidad 2016.

La preocupación particular hacia los niños expresada por el Patriarca Ecuménico en su mensaje de Navidad toma pie en la contemplación del misterio del nacimiento de Jesús: “La fiesta del Verbo de Dios, que se ha convertido en un niño recién nacido, que las autoridades de todo el mundo querían eliminar, según el Evangelista Mateo” se lee en el mensaje patriarcal, enviado a la Agencia Fides, “es para nosotros un recordatorio y una invitación a cuidar de los niños, a proteger a estas víctimas vulnerables y a respetar la santidad de la infancia”. Los niños y niñas de hoy - enfatiza el Patriarca - no son sólo víctimas de las guerras y la migración forzada. Sino que “se ven amenazados incluso en los países económicamente desarrollados y políticamente estables del mundo”, tanto por la crisis del matrimonio como de la familia, y por las muchas formas de violencia física o espiritual. “El alma de un niño”, escribe Bartolomé “es manipulada a través del uso intensivo de los medios electrónicos, especialmente de la televisión y de Internet”. La economía del consumo “los convierte desde una edad temprana en consumidores, mientras que la búsqueda del placer hace que se desvanezca rápidamente su inocencia”.

En su carta de Navidad, el Patriarca Ecuménico repite las frases del Evangelio en las que se condensa el amor y la predilección de Jesús por los niños: “Nuestra Santa Iglesia”, escribe Bartolomé, “propone las palabras de nuestro Señor: 'Si no os convertir y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos', y 'quién no acoge el reino de Dios como un niño no entrará en él'”. Todo el misterio de la Navidad, según el Patriarca, se resume en las palabras del Kontakion: “un nuevo bebé ha nacido por nosotros, Dios antes de todos los tiempos”. “Dios se revela al mundo con “corazón puro y la sencillez de un niño”. Los niños entienden verdades que se les escapan a la gente sabia. En su mensaje, el Patriarca también menciona al poeta griego Odysseus Elytis: “¡solo se puede construir Jerusalén con los niños!”

(Noticia facilitada por la Agencia Fides)


FUENTE:
Artículo publicado en:
Boletín nº 78, Enero de 2017
Comunidad Ecuménica HOREB Carlos de Foucauld



jueves, 29 de diciembre de 2016

CELEBRACIÓN DE LA NAVIDAD Y LA EPIFANÍA EN LA IGLESIA ORTODOXA


CELEBRACIÓN DE LA NAVIDAD Y LA EPIFANÍA EN LA IGLESIA ORTODOXA

Navidad 

El sentido de las fiestas navideñas ortodoxas es prácticamente el mismo que el de la Iglesia Católica. Lo que difieren son los oficios litúrgicos y las costumbres festivas típicas de los diferentes países. Tal vez la diferencia más clara esté en que nosotros los ortodoxos celebramos al mismo tiempo la Natividad de nuestro Señor Jesucristo y la Adoración de los Reyes Magos el 25 de diciembre. 

En Grecia las Navidades se celebran con gran alegría y regocijo, porque en estos días celebramos uno de los mayores acontecimientos de nuestra fe: el nacimiento de Jesús. Las calles y sus árboles, las tiendas y los mercados se adornan adecuadamente, y cada familia prepara en casa el Belén y el árbol de Navidad. La preparación principal durante el día 24 de diciembre y Nochebuena se desarrolla alrededor de la mesa de Navidad, en la que se reunirá toda la familia. Después de varias semanas de ayuno, se entiende que todo el mundo, y en especial los niños, se vuelve impaciente, pensando en el día de Navidad que se acerca. 

La comida típica es el pavo relleno, cordero o cochinillo. Aparte, están los dulces navideños que, según la tradición, las mujeres preparan en vez de comprarlos: 

-Jristópsomo (Pan de Cristo): Es un gran pan dulce con ornamentos dibujados o grabados en la corteza. Los motivos de estos dibujos difieren según la región y la profesión de la familia. 

-Melomakárona: Se trata de un dulce del mismo tamaño de un polvorón hecho a base de harina y sémola y bañado con jarabe de miel. 

-Kurabiedes: Dulce parecido al mantecado. 

-Baklava: Parecido al hojaldre con almendras y jarabe. La víspera de la Navidad, coros de niños y mayores recorren las calles, parroquias y barrios y entran en las casas y tiendas anunciando la venida de Jesús a través de cánticos navideños llamados en griego "kalanda"; a cambio, reciben algún dinero y otros obsequios. 

En las iglesias se celebran los oficios de las Horas Grandes, las Vísperas y la Divina Liturgia de San Basilio. La familia esperará hasta el día siguiente para la gran celebración. Esta empezará con la asistencia a los oficios religiosos en la iglesia (Maitines y Divina Liturgia solemne de San Juan Crisóstomo). Después se reunirá en el hogar para disfrutar de la comida navideña y desearse "jronia polá" (felicidad para muchos años) y pedir la bendición de Cristo nacido para toda la familia. 

Nochevieja y Año Nuevo 

Para la Nochevieja es tradicional el reparto de regalos por parte de San Basilio el Grande. El día 1 de enero es la fiesta de la Circuncisión de Cristo y también la de San Basilio, por lo que en muchos sitios de Grecia se repite la costumbre arriba mencionada de los cánticos con la temática del día por parte de grupos de jóvenes. También en varias provincias existe la costumbre de celebrar cabalgatas de disfraces en ese día. 

En cada familia se come la "Vasilópita", una especie de roscón de Reyes que contiene dentro una moneda; al comensal al que le toque dicha moneda le acompañará la suerte durante todo el año. 

Como actos litúrgicos del día de Año Nuevo, tienen lugar los Maitines, la Divina Liturgia de San Basilio y, al final de la misma, el oficio de alabanza (Doxología) para que el año nuevo nos vaya bien. 


Epifanía 

El 5 de enero es un día especial en el que tiene lugar en las iglesias el oficio menor de la Bendición del Agua. Los sacerdotes van por las casas de sus feligreses con el agua bendita y las rocían para gozar de la Gracia de Dios. 

Al día siguiente (fiesta de la Epifanía, Bautismo de nuestro Señor Jesucristo), al final de la Divina Liturgia se celebra el oficio mayor de Bendición del Agua, y esta vez el agua bendita servirá para beber durante el año siempre que se requiera una ayuda especial de Dios. 

El día 6 de enero, y en lugares donde hay ríos o mar, se bendicen las aguas y el sacerdote u obispo celebrante arroja la cruz; quien la recupera debe recorrer con ella todas las casas de la parroquia, impartiendo bendiciones. Durante estos días tiene lugar igualmente la costumbre popular de la matanza del cerdo siguiendo un ritual estricto y muy antiguo. La familia lo ha estado engordando desde el verano. 

Este período termina el 7 de enero con la fiesta de San Juan el Precursor.

P. Dimitrio
Archimandrita de la Iglesia Ortodoxa Griega
Madrid


FUENTE:
Artículo publicado en:

Boletín nº 78, Enero de 2017
Comunidad Ecuménica HOREB Carlos de Foucauld




miércoles, 28 de diciembre de 2016

SOBRE EL V CENTENARIO DE LA REFORMA

Quinto centenario de la Reforma 


Publicamos por su destacado interés en el 500º aniversario de la Reforma, el artículo enviado por el obispo metodista argentino Frank de Nully Brown a las comunidades adscritas de ese país

La Gracia y La Paz de Nuestro Señor Jesucristo sean con todos nosotros en este tiempo de conmemoración de la Reforma Protestante [...]. La Iglesia Evangélica Metodista se reconoce heredera e identificada con la reforma evangélica. Esto nos invita a reafirmar nuestros principios protestantes que son parte de nuestra identidad. 

1. La Supremacía de Jesucristo: a quien reconocemos como nuestro Señor y Salvador. La soberanía de Dios sobre nuestra vida y todo lo creado. 

2. La Salvación por la Gracia y la Fe: la seguridad del perdón no se logra por el esfuerzo humano, sino por la fe personal en la misericordia de Dios revelada en Jesús. 

3. La autoridad de la Biblia: fundamento de nuestra fe. La palabra que tiene como centro a Jesucristo quien le da autoridad al texto bíblico, medida de toda interpretación. 

4. El Sacerdocio Universal de los Creyentes: todos somos sacerdotes y tenemos el libre acceso a Dios. El sacerdocio no se ejerce en beneficio propio, sino en beneficio de los demás. Es un servicio de amor cristiano, un ministerio compartido y mutuo. 

5. La Comunidad Cristiana: es la iglesia comprendida como parte del cuerpo de Cristo. Las iglesias son expresiones del cuerpo de Cristo pero nadie puede arrogarse ser la única y verdadera. Esto nos lleva a un concepto ecuménico, una parte del cuerpo de Cristo que se completa con todas las iglesias. 

6. Principios éticos del protestantismo: creemos en una ética de la conciencia y del corazón. El protestante insiste en la autonomía de la conciencia cristiana y rechaza todo legalismo arbitrario. Nuestra vida de fe se hace extensiva a toda nuestra vida social. Comparto este pensamiento de Pablo cuando nos recuerda la centralidad de Cristo: "Por medio de la fe en Jesucristo, Dios hace justos a todos los que creen. Pues no hay diferencia: todos han pecado, y están lejos de la presencia gloriosa de Dios." (Rm 3: 22-23) 









Frank de Nully Brown, Obispo. 
Buenos Aires, 28 octubre 2016



FUENTE:











martes, 27 de diciembre de 2016

SOBRE LA UNIDAD

Declaración sobre la Unidad de la 10ª Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias


El don y la llamada de Dios a la unidad: nuestro compromiso 

1.- “Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra” (Génesis 1:1). La Creación es un don del Dios vivo. Celebramos la vida y la diversidad de la Creación, y damos gracias porque es buena. Es la voluntad de Dios que la Creación entera, reconciliada en el amor de Cristo a través del poder transformador del Espíritu Santo, cohabite en la paz y en la unidad (Efesios 1)

Nuestra experiencia 

2.- Hoy, toda la Creación, el mundo y sus pueblos viven la dicotomía entre las más grandes esperanzas y la desesperación más absoluta. Damos gracias por la diversidad de las culturas humanas, por la maravilla del conocimiento y el aprendizaje, por el entusiasmo y el dinamismo de mucha gente joven, por las comunidades que se reconstruyen y los enemigos que se reconcilian, por aquellos que se curan y aquellos que encuentran alimento. Es motivo de regocijo para nosotros que pueblos de diferentes creencias trabajen juntos por la justicia y por la paz. Estos son signos de esperanza y nuevos comienzos. No obstante, lamentamos que haya también lugares en los que los hijos de Dios siguen sufriendo. La injusticia social y económica, la pobreza y el hambre, la codicia y la guerra; todas ellas han hecho estragos en nuestro mundo. También están la violencia y el terrorismo, y la amenaza de la guerra nuclear y de todas las guerras. Muchos son los que viven con el VIH y el SIDA o padecen otras enfermedades, y muchos son también los que se ven desplazados y desposeídos de sus tierras. Muchas mujeres y niños son víctimas de la violencia, la desigualdad y la trata de personas; al igual que algunos hombres. Hay personas que viven marginadas y excluidas. Todos estamos en peligro de desconectarnos de la tierra y distanciarnos de nuestras culturas. Hemos utilizado la Creación indebidamente y nos enfrentamos a amenazas al equilibrio de la vida, a una crisis ecológica cada vez más profunda, y a los efectos del cambio climático. Todos ellos son signos de relaciones disfuncionales con Dios, con los demás y con la Creación, y confesamos que son una afrenta para el don de la vida de Dios. 

3.- Dentro de las iglesias, experimentamos la misma dicotomía entre celebración y duelo. Hay señales de vida palpitante y energía creativa en el crecimiento de las comunidades cristianas en el mundo, con una rica diversidad. Hay un sentimiento cada vez más profundo entre algunas iglesias de que nos necesitamos los unos a los otros y de que Cristo nos llama a la unidad. En los lugares en los que las iglesias experimentan angustia y miedo constante de persecución, la solidaridad entre los cristianos de diferentes tradiciones al servicio de la justicia y la paz es un signo de la gracia de Dios. El movimiento ecuménico ha alentado nuevas relaciones, creando así un terreno de cultivo en el que puede crecer la unidad. Hay lugares en los que los cristianos trabajan y dan testimonio juntos en sus comunidades locales, y en los que se establecen nuevos convenios regionales que crean alianzas y un sentido de comunidad más fuerte, así como uniones de iglesias. Reconocemos cada vez más que estamos llamados a compartir con personas de otras religiones y aprender de ellas, a realizar junto a ellas esfuerzos comunes por la justicia y la paz y por preservar la integridad de la hermosa, bien que doliente, creación de Dios. Estas relaciones que se profundizan nos plantean nuevos retos y amplían nuestras perspectivas. 

4.- Lamentamos que también haya experiencias dolorosas de situaciones en las que la diversidad se ha convertido en división, y no siempre hemos reconocido el rostro de Cristo en nuestro prójimo. No logramos reunirnos todos en torno a una misma mesa en la comunión eucarística. Las cuestiones que nos dividen permanecen. Surgen nuevos y profundos desafíos que crean nuevas divisiones en las iglesias y entre ellas. Estas divisiones se deben abordar en la comunidad de iglesias a través del discernimiento por consenso. Nos refugiamos con mucha facilidad en nuestras propias tradiciones y comunidades, rechazando el desafío enriquecedor que representan los dones que otros nos ofrecen. A veces, parece que adoptamos la nueva vida creativa de la fe y aun así no aceptamos la pasión por la unidad o el anhelo de la vida en comunidad con los demás. Esto nos hace más proclives a tolerar la injusticia, o incluso los conflictos entre las iglesias y en el seno de las mismas. No conseguimos avanzar porque algunos están desilusionados y cansados del camino ecuménico. 

5.- No siempre honramos al Dios que es la fuente de nuestra vida. Cuando abusamos del don de la vida con nuestras prácticas de exclusión y marginación, de explotación de la Creación, o nuestra falta de voluntad para luchar por la justicia, para vivir en paz o para buscar la unidad, estamos rechazando los dones que Dios nos ha ofrecido. 

Nuestra visión común de las Escrituras 

6.- Leer las Escrituras juntos, bajo la guía del Espíritu, nos abre los ojos al lugar que tiene la comunidad del pueblo de Dios dentro de la Creación. Hombres y mujeres han sido creados a imagen y semejanza de Dios, y han recibido la responsabilidad de ser guardianes de la vida (Génesis 1:27-28). El pacto con Israel marca un momento decisivo en el desarrollo del plan divino de salvación. Los profetas llaman a este pueblo participante del pacto a trabajar por la justicia y la paz, a asistir a los pobres, los desplazados y los marginados, a ser la luz de las naciones (Miqueas 6:8; Isaías 49:6)

7.- Dios envió a Jesucristo, la Palabra hecha carne (Juan 1). A través de su ministerio y de su muerte en la cruz, Jesús quebró las barreras de separación y hostilidad, estableció un nuevo pacto, y encarnó la unidad y la reconciliación verdaderas (Efesios 1:9-10 y 2:14 - 16). Anunció la llegada del Reino de Dios, tuvo compasión por las multitudes, sanó a los enfermos y trajo la buena nueva a los pobres (Mateo 9:35-36; Lucas 4:14-24). Tendió su mano a los despreciados, los pecadores, los extranjeros, ofreciendo aceptación y redención. Con su vida, su muerte y su resurrección, y por el poder del Espíritu Santo, Jesús reveló la comunión de la vida del Dios trino, y abrió para todos un nuevo camino para vivir en comunión con los demás en el amor de Dios (1 Juan 1:1-3). Jesús oró por la unidad de sus discípulos por el bien del mundo (Juan 17:20-24). Encomendó este mensaje y su ministerio de unidad y reconciliación a sus discípulos y, a través de ellos, a la Iglesia, que está llamada a continuar su misión (2 Corintios 5:18-20). Desde el principio, los creyentes vivían en comunidad y se dedicaban a las enseñanzas y el intercambio apostólico, compartiendo el pan y la oración, asistiendo a los pobres, proclamando la buena nueva, y aun así se veían confrontados a divisiones y facciones (Hechos 2:42; Hechos 15)

8.- La Iglesia, como Cuerpo de Cristo, encarna el amor que une, reconcilia y se sacrifica en la cruz. En el centro de la vida de comunión del propio Dios siempre habrá una cruz y una resurrección. Es una realidad que se nos revela a nosotros y por nosotros. Oramos y anhelamos ardientemente que Dios renueve la Creación entera (Romanos 8:19-21). Dios siempre está un paso por delante de nosotros en nuestro peregrinaje, siempre nos sorprende, nos llama al arrepentimiento y transciende nuestras faltas, ofreciéndonos el don de la nueva vida. 

La llamada de Dios a la unidad hoy 

9.- En nuestra peregrinación ecuménica, hemos llegado a comprender más sobre la llamada de Dios a la Iglesia para servir a la unidad de toda la Creación. La iglesia está llamada a ser la antesala de la nueva Creación; un signo profético ante el mundo entero de la vida que Dios nos reserva a todos, y el instrumento para anunciar la buena nueva del Reino de Dios de justicia, paz y amor. 

10.- Como antesala de esta nueva Creación, Dios hace a la Iglesia partícipe de sus dones misericordiosos: la Palabra, que se manifiesta en las Sagradas Escrituras y a la que estamos llamados a responder desde la fe en el poder del Espíritu Santo; el bautismo, por el que nos convertimos en una nueva creación en Cristo; la eucaristía, la expresión más completa de la comunión con Dios y con el prójimo, que crea un sentimiento de comunidad y que nos envía a realizar la misión; el ministerio apostólico, que alimenta los dones de todos los fieles para llevar a cabo la misión de la Iglesia. Las reuniones conciliares también son dones al servicio de la comunidad, guiadas por el Espíritu Santo, para discernir la voluntad de Dios, aprender unos de otros y vivir en el sacrificio, sirviendo las necesidades del prójimo y del mundo. La unidad de la Iglesia no es uniforme; la diversidad también es un don creativo y dador de vida. No obstante, la diversidad no puede ser tan grande como para que los que siguen a Cristo se conviertan en extranjeros y enemigos los unos para los otros, en detrimento de la realidad unitaria de vida en Cristo. 1 

11.- En tanto que signo profético, la vocación de la Iglesia es poner de relieve la vida que Dios desea para toda la Creación. Mientras duren nuestras divisiones y hostilidades eclesiásticas, seremos una manifestación muy poco creíble. Las divisiones y la marginación por motivos de etnia, género, estatus, poder, casta y otras formas de discriminación, también mancillan el testimonio de unidad de la Iglesia. Para ser un signo creíble de nuestra vida en comunidad, tenemos que reflejar las cualidades de paciencia, humildad, generosidad, escucha atenta de los demás, responsabilidad mutua, inclusión y voluntad de permanecer unidos en lugar de decir “no te necesito” (1 Corintios 12:21). Estamos llamados a ser una comunidad que lleva en su corazón la justicia, que vive en paz, y que no se acomoda en la facilidad de una paz que silencia las protestas y el dolor, sino que lucha por la paz verdadera que va de la mano de la justicia. Solo al verse reconciliados y renovados los cristianos por el Espíritu de Dios podrá la Iglesia dar un testimonio verdadero de la posibilidad de vida en la reconciliación para todos los pueblos, para toda la Creación. La Iglesia es signo creíble y misterio de la gracia de Dios especialmente en la debilidad y en la pobreza, sufriendo como Cristo sufre. 2 

12.- Como instrumento, la Iglesia está llamada a hacer sentir la presencia del plan divino de amor y de afirmación de la vida de Dios para el mundo, revelado en Jesucristo. Por naturaleza, la Iglesia es misionera y está llamada y enviada para dar testimonio del don de la comunión que Dios ofrece a toda la humanidad y a toda la Creación en el Reino de Dios. A través de su labor de misión holística (evangelización y diaconía realizada a la manera de Cristo) la Iglesia es instrumental para ofrecer la vida de Dios al mundo. 3  Por el poder del Espíritu Santo, la Iglesia está llamada a proclamar la buena nueva de manera que inspire una respuesta en los diferentes contextos, idiomas y culturas, para trabajar por la justicia y la paz de Dios. Los cristianos están llamados a hacer causa común con las personas de otras fes o las que no profesan fe alguna para el bienestar de todos los pueblos y de la Creación. 

13.- La unidad de la Iglesia, la unidad de la comunidad humana y la unidad de toda la Creación están vinculadas entre sí. Cristo, que nos hace uno, nos llama a vivir en justicia y paz y nos impulsa a trabajar juntos por la justicia y por la paz en el mundo de Dios. El plan de Dios, que se nos dio a conocer en Cristo, es que en el tiempo señalado reuniera todas las cosas en Cristo, “tanto las que están en los cielos, como las que están en la tierra” (Efesios 1:9-10)

Nuestro compromiso 

14.- Afirmamos el lugar de la Iglesia en el designio de Dios y nos arrepentimos de las divisiones existentes entre nuestras iglesias y en el seno de las mismas, confesando con dolor que nuestra división afecta a nuestro testimonio de la buena nueva de Jesucristo y se vuelve un testimonio menos creíble de la unidad que Dios desea para todos. Confesamos que hemos cometido errores a la hora de hacer justicia, trabajar por la paz y cuidar de la Creación. A pesar de nuestros errores, Dios es fiel y compasivo, y sigue llamándonos a la unidad. Con nuestra fe en el poder creador y recreador de Dios, esperamos que la Iglesia sea la antesala, el signo creíble y el instrumento eficaz de la nueva vida que Dios le ofrece al mundo. En Dios, que nos lleva hacia la vida en toda su plenitud, la alegría, la esperanza y la pasión por la unidad se ven renovadas. Por lo tanto, nos impulsamos unos a otros a permanecer comprometidos con el objetivo principal de la comunidad de iglesias del Consejo Mundial de Iglesias: 
  • “alentarnos los unos a los otros en el camino hacia la unidad visible en una sola comunidad de fe, en una sola comunidad eucarística expresada en el culto y la vida en común en Cristo, a través del testimonio y el servicio al mundo, y a avanzar hacia esa unidad para que el mundo crea.” 4 
  • Afirmamos el carácter único de nuestra comunidad y nuestra convicción de buscar la unidad visible de la Iglesia juntos, agradecidos por nuestra diversidad y conscientes de la necesidad de crecer en comunión. 

15.- Fieles a este llamamiento común, buscaremos juntos la plena unidad visible de la Iglesia una, santa, católica y apostólica cuando expresemos nuestra unidad sentándonos juntos a la Mesa del Señor. Esta búsqueda de la unidad de la Iglesia nos abrirá a recibir los dones de nuestras respectivas tradiciones y a ofrecernos nuestros dones los unos a los otros. Aprenderemos a conmemorar juntos a los mártires que dieron testimonio de nuestra fe común. Continuaremos las discusiones teológicas, prestando atención a las nuevas voces y a los diferentes métodos y perspectivas. Trataremos de hacer realidad las consecuencias de nuestros acuerdos teológicos. Intensificaremos nuestro trabajo por la justicia, la paz y la sanación de la Creación, y abordaremos juntos los complejos desafíos de la realidad económica, social y moral actual. Trabajaremos para establecer métodos más justos, participativos e inclusivos de convivencia. Uniremos nuestras fuerzas con las de otras comunidades de fe por el bienestar de la humanidad y de la Creación. Asumiremos la responsabilidad mutua de cumplir con nuestros compromisos. Ante todo, oraremos sin cesar por la unidad por la que Jesús oró (Juan 17): una unidad de fe, amor y compasión que Jesucristo trajo a través de su ministerio; una unidad semejante a la unidad que Cristo comparte con el Padre; una unidad que se basa en la comunión de la vida y el amor del Dios trino. De esta manera, recibimos el mandato de la vocación de la Iglesia de unidad en la misión y en el servicio. 

16.- Volvemos la vista a Dios, la fuente de la vida, y oramos: 

Dios de vida, 
condúcenos a la justicia y la paz, 
para que los que sufren encuentren esperanza, 
los heridos obtengan sanación, 
y las iglesias divididas alcancen una unidad visible, 
por el que ora por nosotros 
y en el que somos un solo Cuerpo, 
tu Hijo, Jesucristo, 
que junto a ti y al Espíritu Santo 
es digno de alabanzas; 
un solo Dios, ahora y siempre. Amén. 


1 Oramos por que, al responder al documento de Fe y Constitución La iglesia: hacia una visión común, nuestras iglesias adquieran un entendimiento más profundo de la unidad visible que Dios nos llama a vivir en y para el mundo. 
2 Expresamos nuestro agradecimiento por los muchos programas del CMI que han contribuido a que comprendamos lo que significa ser una comunidad de fe en la que las divisiones de etnia, raza, género, poder y clase social se confronten y se superen. 
3 Expresamos nuestro agradecimiento por todo lo que hemos aprendido sobre la paz justa a la manera de Dios durante el Decenio para Superar la Violencia, tal como queda reflejado en el "Llamamiento Ecuménico a la Paz Justa" de la Convocatoria Ecuménica Internacional por la Paz que se celebró en Jamaica, y por todo lo que hemos aprendido sobre la misión a la manera de Dios gracias al documento elaborado por la Comisión de Misión Mundial y Evangelización Juntos por la vida: misión y evangelización en contextos cambiantes.
4 Constitución y Reglamento del Consejo Mundial de Iglesias, modificado por la novena Asamblea en Porto Alegre (Brasil) en 2006; III: objetivo y funciones Recordamos las palabras de la primera Asamblea del CMI en 1948:“Aquí en Ámsterdam....hemos pactado unos con otros al constituir este Consejo Mundial de Iglesias. Estamos firmemente decididos a permanecer juntos."





lunes, 26 de diciembre de 2016

LOGROS DEL MOVIMIENTO ECUMÉNICO

Logros del movimiento ecuménico


El Consejo Mundial de Iglesias y el Movimiento Ecuménico

El movimiento ecuménico moderno se inició a finales del siglo XIX y comienzos del XX, cuando los cristianos empezaron a orar y trabajar juntos trascendiendo las fronteras denominacionales. Para el final de la década de 1920, se habían formado varios movimientos pioneros empeñados en llevar adelante la causa de la unidad de la iglesia en todo el mundo. 

En 1937, líderes de iglesias acordaron establecer un Consejo Mundial de Iglesias (CMI), pero el estallido de la segunda guerra mundial hizo que se retrasara su organización oficial hasta agosto de 1948, cuando representantes de 147 iglesias se reunieron en Ámsterdam para constituir el CMI. 

Desde entonces, se ha adherido al CMI un número creciente de iglesias de todos los continentes en esta búsqueda de la unidad cristiana. Se han construido nuevos puentes sobre antiguos abismos que separaban a los creyentes. 

Entre las iglesias miembros del CMI figuran hoy a casi todas las iglesias ortodoxas del mundo, la mayoría de las denominaciones de tradiciones históricas de la reforma protestante como las anglicana, bautista, luterana, metodista y reformada, y una amplia representación de iglesias unidas e independientes. 

El cuerpo eclesial más grande del mundo, la Iglesia Católica Romana, no es miembro del CMI, pero ha trabajado junto con el Consejo durante más de cuatro decenios y envía representantes a todas las principales conferencias del CMI, así como a las reuniones del Comité Central y a las asambleas. El Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos nombra 12 representantes en la Comisión de Fe y Constitución del CMI y coopera con el CMI en la preparación de materiales para que las congregaciones y parroquias locales los utilicen cada año durante la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. 

El objetivo del Consejo Mundial de Iglesias no es crear una "superiglesia" mundial, ni estilos normalizados de culto, sino, más bien, profundizar la hermandad de las iglesias y comunidades cristianas para que puedan ver, unas en otras, las expresiones auténticas de la "iglesia una, santa, católica y apostólica". Ésta es la base para unirse en una confesión común de la fe apostólica, cooperar en los esfuerzos de misión y servicio humano y, cuando sea posible, compartir los sacramentos. Todos estos actos de comunidad dan testimonio de la declaración fundacional del CMI de que el Señor Jesucristo es "Dios y Salvador según el testimonio de las Escrituras". 

El Movimiento Ecuménico estimula a cooperar y compartir, y propicia el testimonio y la acción en común de las iglesias. Trata de renovar la iglesia mediante actividades y redes entre miembros del clero y laicos, especialmente mujeres y jóvenes. Busca la unidad visible, no como un fin en sí mismo, sino para dar un testimonio fidedigno "para que el mundo crea", y para la sanidad de la comunidad humana y la integridad de toda la creación de Dios. 

Aunque participa en otras formas de cooperación y diálogo entre religiones y culturas a nivel internacional, el Movimiento Ecuménico está arraigado en la vida de las iglesias. Y aunque su ámbito es mundial (oikoumene significa "toda la tierra habitada"), está particularmente interesado en el ser y la vida verdaderos de la iglesia como comunidad sin exclusiones, en cada lugar y en todos los lugares.


¿Cuáles son los principales logros del movimiento ecuménico en los últimos 60 años?
  • Nuevos consejos de iglesias y otros órganos ecuménicos en diversos países y regiones han creado una red ecuménica auténticamente mundial de la cual el CMI forma parte. La creación de esta red ha motivado a sus miembros a compartir una gran cantidad de recursos de toda índole: teológicos, litúrgicos, espirituales, materiales y humanos.
  • La Iglesia Católica Romana es miembro de pleno derecho de muchas organizaciones ecuménicas nacionales y varias regionales, y mantiene una relación de trabajo regular con el CMI.
  • Convicciones compartidas sobre fe, vida y testimonio están enriqueciendo progresivamente la reflexión teológica que se lleva a cabo desde perspectivas estrictamente confesionales. Por ejemplo, teólogos de diferentes tradiciones eclesiales que trabajan juntos en la Comisión de Fe y Constitución del CMI elaboraron una declaración sobre bautismos, eucaristía y ministerio que ha promovido nuevas formas de culto en las iglesias, y una mayor comprensión y mejores relaciones entre las iglesias de distintas tradiciones confesionales.
  • Durante la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos,  los cristianos se unen en la oración de nuestro Señor de que todos sean uno para que el mundo crea. Esta Semana, cuyo tema es preparado cada año por la Comisión de Fe y Constitución y el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, promueve una comunidad más profunda entre las iglesias a nivel local.
  • Desde su creación, el CMI ha apoyado e inspirado la participación de las iglesias en las luchas por la justicia, la paz y la creación. Un ejemplo es el valiosísimo apoyo dado por las iglesias, mediante el Programa del Consejo Mundial de Iglesias de Lucha contra el  Racismos, a la erradicación del apartheid en Sudáfrica. La contribución a los esfuerzos para poner fin a veinte años de conflicto civil en Sudán, o para la reunificación de Corea del Norte y del Sur, o en defensa de los derechos humanos en América Latina durante los años de crueles dictaduras militares en la región, son tres entre otros muchos ejemplos.
  • El reconocimiento de la importancia del diálogo interreligioso y de las relaciones con otras religiones, así como de la responsabilidad de las iglesias por la integridad de la creación, han sido características distintivas del Movimiento Ecuménico.
En nuestros días, tanto el Movimiento Ecuménico como el CMI están cambiando. Surgen nuevas formas de compromiso ecuménico; los jóvenes descubren sus propias expresiones de ecumenismo y de iglesia y se apropian de ellas; entre la multiplicidad de organismos ecuménicos, el CMI reorienta sus energías hacia lo que mejor sabe hacer y está especialmente dotado para hacer.


El CMI comparte el legado del Movimiento Ecuménico único y la responsabilidad de mantenerlo vivo. Como el organismo más representativo entre las muchas expresiones organizadas del Movimiento Ecuménico, el papel del Consejo es abordar las cuestiones ecuménicas mundiales y actuar como garante de la coherencia interna del Movimiento.


FUENTE:




sábado, 24 de diciembre de 2016

GRATITUD DE LIRIOS Y ROSAS, UN SONETO POR NAVIDAD


por Pedro Langa

GRATITUD DE LIRIOS Y ROSAS 

Llegó la Navidad con su alegría,
blanca de nieve y bella de rocío,
reluciente de escarcha junto al río.
¡Nació tras noche clara y alba fría!

Amaneció, por fin, el nuevo Día
con claridad de Pascua y señorío:
fue riqueza del pobre en su vacío,
y paz y bien y amor del alma mía.

Vienes, Señor, a transformar la tierra,
y a detener los males de la guerra,
y a mejorar el orden de las cosas.

El hombre hoy en Belén a ti rendido 
pone al pie de tu cuna, estremecido,
su gratitud de lirios y de rosas.

Pedro Langa Aguilar, OSA
Navidad 2016



viernes, 23 de diciembre de 2016

OTRA VEZ EN NAVIDAD





Aquel Refugiado

por Koldo Araiz

En su precario refugio nadie estampó las siglas de UNHCR (Acnur), pero debieron igualmente ir de puerta en puerta pidiendo acogida. No tomaron cayuco, no se apiñaron en ninguna barcaza destartalada, no se vendieron a ninguna mafia sin escrúpulos, pero huían de la violencia de los poderosos. No soñaron con una Europa, entonces aún salvaje y desintegrada, pero eran también refugiados.

La disyuntiva de las puertas abiertas o cerradas, de la acogida o el blindaje no es de nuestros días. La violencia siempre ha empujado al humano a hacer atillo o maletas y escaparse apenas con lo puesto. El desierto es ancho y Belén no dista mucho de Alepo. ¿Qué es la Navidad sino la fiesta del pequeño Refugiado que nacía a un mundo convulso para inundarlo de amor?

Son ya siglos celebrando la llegada de ese universal Perseguido, sin embargo llegamos a pensar que nos habían arrebatado la Navidad entre celofán estampado de "Felices precios", secuestrada a la carrera en un carro de compra con destino a una noche sobrecargada de champán; que la habían fulminado por anuncios de comprar y más comprar; que nosotros mismos la habíamos asfixiado bajo la gabardina del "progre" que llevamos dentro.

Llegamos a pensar que nos la habían sepultado bajo camiones que arrasan sus casetas y mercadillos; que no podríamos agitar de nuevo la pandereta tras las ciudades reducidas a esqueletos, tras el bombardeo durante tantos días de tantos hermanos indefensos en Siria. Llegamos a pensar que no tendríamos valor para buscar el Belén, de levantarlo a la vera de un Mediterráneo que se ha tragado a lo largo de este año 3.800 hermanos. ¿Quién buscará la zambomba al final de este 2016 especialmente duro y complicado? ¿Cuándo corren los heladores vientos del racismo y la xenofobia, quién le cantará a ese Niño que tomó carne para invitarnos a vivir como hermanos?

En el año en que las fronteras se cierran todavía un poco más, en la hora de los Trumps, los Brexit, de las pretendidas derrotas de los procesos de paz como el de Colombia…, toca cantar si no más alto, sí más sentido. Cobra si cabe más razón la eterna fiesta del amor fraterno. En el tiempo de los coches, de los niños, de los hombres y mujeres bomba, en los días en que la supina ignorancia explota en tantos lugares, apagando tantos alientos…, habrá que revolver el trastero para dar con ese Nacimiento, habrá que sacarle especial lustro. ¿Buscar musgo para las prados, arena para los caminos, plata para los ríos, adornar el Belén…, no será al fin y al cabo rotular un “Refugees welcome”? Icemos la estrella que alumbre a quienes hoy, al igual que hace dos mil años, dejan todo atrás. Los reales cortejos de socorro no necesitan sangre azul en sus venas. Nuestro mundo urge ahora más que nunca de esa historia de amor que reponemos cada año, relato mil y un veces contado y cantado, mil y un veces necesitado.

Aún sigue ahí la entrañable Navidad, algo asustada entre tanto deslumbre de neón, algo descolorida de olvido. Aún llama a nuestra puerta, aún podemos insuflarle ternura, magia, inocencia, solidaridad. Nuestras tardes reclaman un fondo de "Adeste fidelis" que ralentice el paso en el asfalto. Nuestras plazas reivindican una tregua ganada en favor de la cordialidad, la sonrisa y los buenos deseos. Entre el laberinto de fiestas pasajeras, la Navidad no caduca porque es una permanente llamada a vivificar lo más noble que mora dentro de nosotros mismos. Por más que se la agobie con incesante invitación al consumo, por más que se intente empequeñecerla al tamaño de simple negocio..., las Navidades nunca dejaran de ser la más firme apelación a la fraternidad humana.

Estamos hechos para dar, acoger, honrar con plena libertad, con gozo. He ahí el secreto de nuestro paso por la Tierra. La posibilidad de dar es el mayor regalo con el que hemos venido al mundo. ¿Qué son por lo tanto las Navidades sino el recuerdo de la llegada de ese Refugiado que lo dio absolutamente todo?

La tabletas de turrón se van apilando en ese rincón de la cocina que sólo ella conoce. Hombres cargados de luces, encaramados en largas escaleras arrebatan, con excusa de adorno, a los cielos retazos de oscuridad. En los jardines de nuestras ciudades se organiza el campamento de refugiados al que retorna una Familia singular. En el calor del hogar alguien desempolva las figuras ya asfixiadas de un Belén anhelante de su lugar presidencial... Una vez más viene sin avisar, se toma la confianza de sorprendernos en pleno ajetreo invernal, pero algo nos llama a adherirnos a esta Fiesta universal. ¡Sea bienvenida una vez más!


Eguberri on! / ¡Feliz Navidad! / ¡Bo Nadal 2016!






martes, 20 de diciembre de 2016

NAVIDAD 2016

Emmanuel, nuestro Dios está con nosotros. 
Y si Dios está con nosotros. 
¿Quién podrá estar contra nosotros?

EL NACIMIENTO DE JESÚS. Autor: Anónimo 
Monasterio de Benedictinas de la 
Natividad de Nuestro Salvador Jesús (Madrid) 


Feliz Navidad 2016 
Nuestros mejores deseos para 2017 

EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO






domingo, 18 de diciembre de 2016

CARTA DE NAVIDAD 2016



NAVIDAD 2016

DIOS NACE EN NUESTRA CASA COMÚN

Queridos amigos:

Cada mañana Dios se asomaba al balcón del cielo para ver su obra creada con y por amor… Pero un día al hacerlo y contemplar la “casa común de todos”, vio un mundo roto, peleas de unos con otros, divisiones…, le dio mucha pena y sintió compasión. 

Le entraron ganas de llorar y lloró.
  • Lloró porque los corazones de sus hijos estaban apegados a las cosas materiales y olvidaban a sus hermanos más necesitados. 
  • Lloró por tantos niños inocentes que sufrían el egoísmo de una sociedad donde sólo los poderosos podían vivir en la abundancia, eso sí, a costa de los otros. 
  • Lloró al contemplar cómo, la tierra que Él creó con tanto amor, había sido desfigurada, malherida. Vio que sus aguas cristalinas se habían enturbiado; sus mares, contaminado; sus montes y flora, desforestados por la ambición y codicia sin medida.
  • Lloró porque la violencia y la guerra se habían hecho dueñas de esta historia de ruptura y tinieblas. 
Ante tanto dolor y división, el Padre-Dios se alzó como la luz frente a las tinieblas, y quiso sanar este mundo herido.

Por eso envió a su Hijo Jesús, para que “se hiciese carne y habitase entre nosotros(Jn.1,14). Para recomponer este rompecabezas, se hizo pobre naciendo en Belén, se hizo débil para hacernos fuertes. Se encarnó en nuestra naturaleza humana para comprendernos y acogernos con su bondad y así enseñarnos el camino que debemos seguir en esta tierra, donde hay muchos hermanos peregrinos que caminan hambrientos, enfermos, migrantes y extranjeros.

Que sea esta Navidad, en la casa común de todos y a ejemplo de Jesús, la oportunidad para que todos tengan un cobijo sencillo pero acogedor como Belén, unas calles para jugar los niños donde la violencia quede desterrada, y una mesa donde todos los hijos de Dios nos podamos sentar con un trozo de pan para comer. 

La Navidad es el encuentro de Dios con los hombres. Ese encuentro ha de hacer surgir caminos de paz para la guerra y violencia, diálogo para encontrar lo insospechado, como ocurrió aquellos días en Belén. Los pobres pastores fueron evangelizados, “alegraos, os ha nacido el Salvador”; los sabios reyes del Oriente fueron convertidos y volvieron a su casa por otro camino, el de la fe, la humildad y el servicio. También nosotros estamos llamados a dejarnos evangelizar por el Niño que nace y a hacer nuestra tierra más habitable.

Abramos las puertas de nuestro corazón y digamos al Dios-Padre asomado al balcón de nuestras vidas: “gracias”, porque nos ha dejado en nuestra casa común al Niño Jesús que quiere sonreír a todos. Sigamos sus huellas para que seamos un poco mejores. Que estos días abramos con la llave de la caridad todos los cerrojos. Sólo así será NAVIDAD.

FELICES FIESTAS os desea,

Fernando Jordán Pemán
sacerdote católico romano
párroco de Inmaculado Corazón de María
Jaca