Todos juntos
Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

jueves, 31 de marzo de 2016

ACTOS EN LA PASCUA - 2016

Sanctum Pascha 2016


- ألمسيح قام حقا قام هللويا. كل عام وأنتم بخير

Jesus is Risen Alleluja. Happy Easter

Cristo è Risorto. Alleluja Buona Pasqua

Jesus est Ressuscité Alleluja. Heureux Pâques

¡ Cristo ha resucitado! ¡Feliz Pascua!

¡Venció el León de la tribu de Judá, de la estirpe de David!

Viernes 8 de abril 2016 a las 20'00 horas:

Dentro del "Ciclo de encuentros con el Oriente Cristiano", se invita a conocer la antigua Iglesia Hispano-Mozárabe 
Lugar: parroquia Santísimo Redentor, c/ Félix Boix, 13 Madrid
(telf.. 913 44 36 00 - cerca de Pza Castilla).

Sábado 16 de abril a las 12'00 horas:

En los Encuentros de Formación Permanente, abordaremos el tema "La Cincuentena Pascual en la liturgia hispana". (Será la penúltima sesión de este curso)
Lugar: Basílica de la Concepción, c/ Goya 26 Madrid. Metro: Velázquez

Sábado 7 de mayo a las 12'00 horas:

En los Encuentros de Formación Permanente, última sesión con el tema "El matrimonio en las tradiciones hispanas". 
Lugar: Basílica de la Concepción, c/ Goya 26 Madrid. Metro: Velázquez

Sábado 4 de junio. 

Vamos de excursión -como corolario- a Sigüenza.


Los cristianos celebramos la fiesta principal alrededor del inicio de la primavera: La Pascua de la Resurrección de Jesucristo, la celebración de la nueva Vida. La fiesta anhelada durante todo el año. A esta celebración sacramental se le han vinculado diversas costumbres asociadas al renacimiento de la naturaleza. Si la primavera es el comienzo de un ciclo de nueva vida Pascua es la celebración de la Vida nueva.






miércoles, 30 de marzo de 2016

EL PSEUDO-SÍNODO DE LEÓPOLIS - III PARTE

EL PSEUDO-SÍNODO DE LEÓPOLIS (10-III-1946)

III

CARIDAD Y VERDAD

Escenario inter-eclesial. – 

Complejo y confuso veo ahora mismo el panorama ecuménico de Ucrania entre ortodoxos y católicos. La caída de la URSS acarreó para los primeros tres jurisdicciones, cuya especificación es, en síntesis, como sigue: 

1. - Iglesia ortodoxa de Ucrania vinculada al patriarcado de Moscú. Su cabeza desde el 13-8-14 es el metropolita Onufriy Berezovsky. La más numerosa. Según estadísticas gubernamentales, cuenta con 7.541 parroquias y sede en el Monasterio de las Cuevas (Pecherska Lavra) en Kiev. Geográficamente tiene presencia muy señalada en las regiones occidentales del país y, con anterioridad al 95, también en la diáspora canadiense y estadounidense, la mayoría de cuyas comunidades se integraron, sin embargo, en dos jurisdicciones bajo Constantinopla: Iglesia ortodoxa ucraniana de los EE.UU. y la Diáspora, e Iglesia ortodoxa ucraniana en Canadá. 

2. - Iglesia ortodoxa ucraniana del Patriarcado de Kiev. Por tamaño es la segunda. Su líder, el autoproclamado patriarca Filaret I, con sede en la Iglesia de San Vladimiro de Kiev. Desde su elección el 22-10-95, Filaret Denisenko se ha manifestado públicamente arrepentido por su antigua actitud colaboracionista con el régimen soviético (sergianismo), así como también por haber apoyado la persecución a las Iglesias nacionales ortodoxa ucraniana autocéfala, y greco-católica de Ucrania.

3.- Iglesia ortodoxa ucraniana autocéfala canónica. La más pequeña, sin duda. Cuenta, no obstante, con 1.085 parroquias, la mayoría en zona occidental de Ucrania. Su líder es el metropolita Vladika Moisés. Su presencia es significativa en la diáspora, si bien muchas de tales jurisdicciones están actualmente bajo Constantinopla en las arriba citadas ortodoxa ucraniana de los EE.UU. y la Diáspora, o también en la ortodoxa ucraniana en Canadá. 

Las encuestas del Servicio Sociológico de toda Ucrania en el siglo XXI son reveladoras: en 2004, un 50,4% de los ortodoxos se declaraban pertenecientes al patriarcado de Kiev, de Filaret; el 26,1% a la Iglesia ortodoxa de Ucrania del hoy metropolita Onufriy; y un 7,3% a la Iglesia ortodoxa ucraniana autocéfala. Durante 2009 hubo los primeros contactos serios entre los patriarcados de Kiev y de Moscú al objeto de conformar comisiones de diálogo bilateral y abrir vías de solución al conflicto jurisdiccional que los enfrenta. El metropolita Vladika Moisés, en cambio, cuenta, al parecer, con muy discreto apoyo de Constantinopla. 

Todos los gobiernos de la República de Ucrania de la era post-soviética apoyaron, más o menos abiertamente, al patriarcado de Kiev. Sin embargo, con la llegada al poder del presidente Yanukovich en febrero de 2010, la situación cambió: y Filaret I de Kiev no fue convocado para realizar los actos de investidura del nuevo presidente, de tendencia pro-rusa. El nuevo mandatario se inclinó esta vez por el patriarca Kirill de Moscú para que presidiera la ceremonia[i]. Las cosas han venido después a complicarse todavía más con la guerra en Ucrania y la anexión de Crimea. Lo cual no ha hecho sino radicalizar de largo el nacionalismo ucranio anti-moscovita. 

En este mapa religioso cumple colocar la Iglesia greco-católica de Ucrania. Durante los meses de protesta por la guerra, el Consejo de Iglesias ucranianas desempeñó una tarea de mediación con el presidente Viktor Yanukovich, llegando allí donde los políticos de la oposición habían fracasado. La tienda-capilla instalada en la Plaza Maidán (Plaza de la Independencia), donde incluso se celebraron algunas liturgias ecuménicas, ha sido definida ya como «la iglesia más importante de Ucrania». Hasta qué punto podrán estas confesiones cristianas dispares entre sí cambiar la sociedad ucraniana si las heridas del pasado aún no han cicatrizado, es lo que está por ver. 

En mis anteriores entregas aclaré que los greco-católicos fieles al Papa, concentrados en las regiones occidentales del país, antes de la independencia de Ucrania eran una Iglesia clandestina. Stalin los borró del mapa con la connivencia de la Iglesia ortodoxa, que en 1946 (pseudo-Sínodo de Leópolis) admitió su anexión a la fuerza y se quedó tan ancha. De ahí que, luego de su rehabilitación, la mayor parte de los templos que durante más de cuarenta años habían pertenecido formalmente al patriarcado de Moscú reanudaran su actividad sin demasiadas ceremonias. Sus acusaciones a los ortodoxos del Este de complicidad con la dictadura comunista son comprensibles. 

También por nacionalismo las Iglesias ortodoxas de Ucrania, menos la de Moscú, se pusieron a favor de la revuelta en la Plaza Maidán. La de Filaret, además, polemizando con el Este filo-ruso y con Putin. Los de obediencia moscovita, mayoría, atraviesan, pues, una situación más que delicada: su vínculo con el patriarca Kirill, deberá replantearse por completo mediante nuevas formas en que la unidad se exprese sin equívocos[ii]. La anexión de Crimea ordenada por Vladimir Putin, además, ha dejado en muy mal lugar a Kirill, y la guerra en Ucrania no ha hecho sino que las Iglesias del lugar, excepto la dicha, cierren filas contra él, Kirill, a quien consideran aliado de Putin. Oscuro punto este, pues, para reflejarlo tal cual en la Declaración común de La Habana. Porque, evidentemente, no estaba la Magdalena para tafetanes.

Reacciones de la Iglesia greco-católica. – 

El Arzobispo mayor de Kiev-Galitzia y toda Rusia y Primado de la Iglesia greco-católica ucraniana, Sviatoslav Shevchuk, es un religioso ucranio de nota nacido en Stryj el 5-5-1970. Joven de 46 años, pues, y estudiante en el Angelicum y la Gregoriana –domina nueve idiomas--, el 7-4-09 fue consagrado obispo y el 10-4-10 nombrado Administrador Apostólico de Santa María del Patrocinio en Buenos Aires. A él se refirió el papa Francisco en la rueda de prensa a bordo del avión de México a Roma: 

«Sobre la declaración de los ucranianos: cuando la leí, me preocupé un poco, porque la hizo el arzobispo mayor de Kiev-Halyc de los ucranianos, Sviatoslav Shevchuk. Yo conozco muy bien a Sviatoslav, trabajamos 4 años juntos en Buenos Aires. Cuando, a los 42 años, fue elegido arzobispo mayor, vino a despedirse y me regaló un ícono de la Virgen de la ternura, y me dijo: ‘Me ha acompañado toda la vida, quiero dejártela a ti, porque me has acompañado estos cuatro años'. Y la tengo en Roma, entre las pocas cosas que me llevé de Buenos Aires. Lo respeto, nos hablamos de tú; me pareció un poco extraña su declaración. Pero, para comprender una noticia o una declaración hay que buscar la hermenéutica de conjunto. Y esa declaración de Shevchuk está en el último párrafo de una larga entrevista. Él se declara hijo de la Iglesia, en comunión con el Obispo de Roma, habla sobre el Papa y su cercanía al Papa. Sobre la parte dogmática, ninguna dificultad: es ortodoxa en el buen sentido de la palabra, es decir es doctrina católica. Y luego cada quien tiene el derecho de expresar sus opiniones, son sus ideas personales. Todo lo que dijo fue sobre el documento, no sobre el encuentro con Kirill. El documento es discutible, y también hay que añadir que Ucrania está en un momento de guerra, de sufrimiento: muchas veces he manifestado mi cercanía al pueblo ucraniano. Se comprende que un pueblo en esa situación sienta esto, el documento es opinable sobre esta cuestión de Ucrania, pero en esa parte de la declaración se pide detener esta guerra, que se llegue a acuerdos. Yo, en lo personal, espero que los acuerdos de Minsk sigan adelante y que no se borre con el codo lo que se escribió con la mano. He recibido a ambos presidentes, y por eso cuando Shevchuk dice que escuchó a su pueblo decir esto, lo comprendo. No hay que espantarse por esa frase. Una noticia debe ser interpretada con la hermenéutica del conjunto, no de la parte»[iii]

En marzo de 2011 Sviatoslav Shevchuk fue, efectivamente, elegido, confirmado por el papa Benedicto XVI y entronizado como Arzobispo mayor de Kiev-Halyc. El domingo 14-2-16, concedió una amplia entrevista publicada (ucraniano e inglés) en la web oficial de su Iglesia. Entresaco de la misma, entre otras, estas perlas:

El entonces obispo Shevchuk en conversación con el 
arzobispo Bergoglio: ambos vivían en Argentina 
y se trataban con frecuencia 


«Son muchos los que se sienten traicionados por el Vaticano, decepcionados por la naturaleza de media verdad de este documento, que ven como un apoyo indirecto de la Santa Sede a la agresión rusa contra Ucrania». Severa crítica esta compartida, además, por el nuncio apostólico en Ucrania, arzobispo Claudio Gugerotti. Aunque la Declaración contiene elementos positivos, «los puntos que conciernen en general a Ucrania, y en particular a la Iglesia greco-católica ucraniana –prosigue Sviatoslav-, levantan más preguntas que respuestas». «Oficialmente se ha informado de que este documento es fruto del esfuerzo conjunto entre el metropolita Hilarión (Alfeyev), por parte ortodoxa, y del cardenal Koch con el Consejo Pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos (CPPUC), por parte católica. Para un documento que se entendía como no teológico, sino esencialmente socio-político, es difícil imaginar un equipo más débil del que ha redactado este texto. El citado Consejo Pontificio es competente en campo teológico de las relaciones con las distintas Iglesias y comunidades cristianas, pero no es experto en materia de política internacional, en especial en materias tan delicadas como la agresión de Rusia en Ucrania. Por consiguiente, la impronta deseada para el documento ha ido más allá de sus capacidades. Esto ha sido utilizado por el Departamento de asuntos exteriores de la Iglesia ortodoxa rusa que, en primer lugar, es el instrumento de la diplomacia y de la política externa del patriarcado de Moscú». 

Entiendo que lo más duro viene a continuación en esta frase: «Quisiera observar que, como cabeza de nuestra Iglesia, soy miembro oficial del Consejo Pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos, nombrado por el papa Benedicto. Sin embargo, nadie me ha invitado a expresar mis pensamientos y, por lo tanto, en sustancia, como ya había sucedido en el pasado, han hablado de nosotros sin nosotros, sin darnos una voz». Esto en ecumenismo es grave: Unitatis redintegratio determina oír siempre a la otra parte –ubi unusquisque par cum pari agat (UR, 9)-, máxime si no es otra, como aquí, sino la misma. ¿No piensa igual Koch?

Cabeza visible de más de cinco millones de greco-católicos ucranios, Sviatoslav no censura el encuentro de La Habana ni deja en mal lugar al papa Francisco; sí a Kirill. Tampoco dice lo que algunos titulares de prensa le han hecho decir: «El Papa apoya la agresión rusa». No es él tan cortito como para no advertir de largo la necedad de semejante frase. Pero, eso sí, al ocuparse del exhorto ruso-vaticano «ortodoxos y greco-católicos necesitan reconciliación y formas recíprocamente aceptables de convivencia», tampoco le duelen prendas en añadir que «hemos hablado de esto durante mucho tiempo y tanto el cardenal Myroslav Iván Lubachivsky como su beatitud Lubomyr [Husar] han hecho a menudo llamamientos a nuestros hermanos ortodoxos con palabras similares, pero sin recibir nunca respuesta. Espero que seamos capaces de mejorar las relaciones bilaterales con la Iglesia ortodoxa ucraniana, moviéndonos en esta dirección sin interferencias por parte de Moscú». El cardenal Koch ha querido sentar juntos a Hilarión y Sviatoslav, y no ha sido posible por excusas del ruso…

En cuanto a las maniobras de Hilarión, Sviatoslav tampoco deja duda: «La novedad que se resalta –puntualiza- es que la declaración de Balamand de 1993, utilizada hasta este momento por el metropolita Alfeyev (Hilarión) para negar nuestro derecho a existir, es utilizada ahora para afirmarlo. Insistiendo sobre el rechazo del “uniatismo” como método de unión entre las Iglesias, Moscú siempre ha pedido al Vaticano una prohibición virtual de nuestra existencia y la limitación de nuestra actividad. Además, este requisito había sido siempre planteado como una condición, bajo forma de ultimátum, para la posibilidad de un encuentro entre el Papa y el patriarca». ¿Antes no y en Cuba sí? Asegura rotundo Sviatoslav que «las Iglesias y las organizaciones en Ucrania no han apoyado nunca la guerra y han actuado constantemente por la paz social y la armonía». Y sobre el ataque del polémico Hilarión a las tesis de “ucranianos cismáticos y uniatos”, deja este recadito: «prácticamente nos ha acusado a nosotros de ser la causa de la guerra en Ucrania oriental» (¡!). Ya es tener miopía o cosa peor.

El pseudo-Sínodo de Leópolis y la Declaración de La Habana. – 

El malestar greco-católico por la Declaración es evidente. «Debemos recordar que nuestra unidad y plena comunión con el Santo Padre, sucesor de Pedro, no es el resultado de un acuerdo político o de un compromiso diplomático, o de la claridad del texto de una declaración común. Es cuestión de fe. Al papa Francisco y a cada uno de nosotros Cristo, en el Evangelio de Lucas, dice: “¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos” (Lc 22,31)».

Sviatoslav hace diana cuando afirma que «por esta unidad con la Sede Apostólica han dado su vida, en el siglo XX, los mártires y los confesores de fe de nuestra Iglesia, sellándola con su sangre. Mientras conmemoramos el septuagésimo aniversario del pseudo-Sínodo de Leópolis, saquemos fuerza de este testimonio, de su sacrificio que, hoy, parece a veces ser un obstáculo, una piedra que los constructores de las relaciones internacionales frecuentemente rechazan. Y sin embargo, es precisamente esta piedra de Cristo de la fe de Pedro la que el Señor convertirá en piedra angular del futuro de todos los cristianos. Y será “una maravilla para nuestros ojos"».

El metropolita Hilarión de Volokolamsk, uno de los redactores de la Declaración, respondió duramente a Sviatoslav el miércoles 17-2-16 a través de la agencia rusa Interfax: «Esta reacción –replicó- ha sido muy negativa, muy insultante no solo hacia nosotros, sino también hacia el Papa. Esas declaraciones demuestran que la administración de la Iglesia greco-católica ucraniana no ha cambiado su postura: no solo no están dispuestos a escuchar la voz de nuestro patriarca, sino tampoco la de su Papa». A Hilarión, sin embargo –cuya hostilidad, a lo que se ve, dista mucho de haber remitido-, habría que preguntarle: “¿Cuándo han pedido ustedes perdón a la Iglesia greco-católica de Ucrania por el atropello ecuménico del pseudo-Sínodo de Leópolis en 1946, donde la Iglesia ruso-ortodoxa permitió un acto anticanónico y obedeció a Stalin y al régimen ateo de la URSS en detrimento de una Iglesia cristiana?”. Luego de pedir perdón, ustedes podrán hacer los reproches que quieran a los greco-católicos. Antes no. Primero tendrán que lavar con lejía la horrenda mancha anti-eclesial que supuso Leópolis. En tanto eso no se produzca, los pasos ecuménicos de greco-católicos ucranios y de ruso-ortodoxos tampoco discurrirán por caminos rectos. Las otras Iglesias de Ucrania, menos la vinculada con Moscú, de alguna manera ya lo han hecho. Lo triste es que haya tenido que ser instigadas por la Guerra.

La greco-católica de Ucrania procedió en diciembre de 2002 a trasladar la residencia de su primado cardenal Husar, desde Leópolis a Kiev. Asimismo entonces se reunió el Sínodo greco-católico y decidió por voto unánime considerar a dicha Iglesia como un patriarcado de facto, si bien Husar no llegó a usar el título formalmente. Tendría que permitirlo antes el Papa. El patriarcado de Moscú, faltaría más, está sobre aviso. Kirill en 2002, no patriarca todavía, se permitió acusar a la Santa Sede de llevar a cabo «un plan expansionista» a expensas de la Iglesia ortodoxa en su propio territorio, y sostuvo de paso que erigir un patriarcado greco-católico en Kiev, «produciría efectos catastróficos en las relaciones entre ambas Iglesias». Corriendo 2004 no dudó en sumarse a esa tesis Bartolomé I, quien, de visita en Roma, llegó a pedir a san Juan Pablo II no ratificar el deseo de los greco-católicos de Ucrania, puesto que, de hacerlo, no solo agravaría sus ya conflictivas relaciones con la Iglesia ortodoxa rusa, sino que lo haría también con la totalidad de las Iglesias ortodoxas, las cuales, como es lógico, no dejarían de solidarizarse con Moscú.

Otro detalle molesto a los ruso-ortodoxos es la buena relación entre los greco-católicos ucranios y el patriarcado de Kiev, hecho que se reflejó durante la visita de Juan Pablo II a Ucrania (2001), donde fue recibido por Filaret; y donde existen proyectos de crear Academias Teológicas para formación de clero en común entre ambas Iglesias. A primeros de junio de 2005, el patriarcado de Kiev firmó de igual modo un acta de entendimiento con la Iglesia ortodoxa ucraniana autocéfala canónica. Cabe afirmar, pues, que el patriarcado de Kiev lleva camino de convertirse en la jurisdicción con más amplísima mayoría de fieles en toda Ucrania. Filaret, en fin, tampoco se privó de dar otro disgusto al patriarcado de Moscú asistiendo el 27-3-11 a la entronización y abrazando públicamente al nuevo Arzobispo mayor greco-católico Sviatoslav Shevchuk, como refleja la foto adjunta.

El patriarca Filaret al nuevo Arzobispo mayor su beatitud Sviatoslav (Shevchuk):
"Espero que las relaciones entre nosotros serán tan constructivas y amigables
como estaban con su beatitud Lubomyr" (27-3-2011)

El Sínodo de la Iglesia ortodoxa ucraniana del patriarcado de Moscú, con su elección de Onufriy como nuevo jefe el 13-8-14, evitó, al menos de momento, la escisión definitiva de los ortodoxos ucranios de Moscú. Logró el apoyo de la mayoría de los 74 obispos con derecho a voto en el sínodo y se impuso a Simeón, uno de los tres eclesiásticos que reunieron más apoyos tras la primera votación secreta. Simeón, arzobispo de Vínnitsa, es partidario de que la Iglesia ortodoxa rusa en Ucrania se independice de Moscú y se reunifique con la ortodoxa ucraniana del patriarcado de Kiev, escindida de Moscú desde 1992 y no reconocida por ninguna de las numerosas Iglesias ortodoxas en el mundo[iv]. El patriarcado de Kiev, además, reaccionó al vuelo cuando la elección de Onufriy señalando que ello «demuestra en la práctica la dependencia de la mayoría de los obispos de esa Iglesia de la doctrina del 'mundo ruso', base ideológica de la actual agresión (de Rusia) contra Ucrania». Fue más lejos incluso: instó prácticamente a la rebelión a los votantes de Simeón tras descartar cualquier diálogo con Onufriy.

«No se trata de un ecumenismo doctrinal, no nos hemos puesto de acuerdo sobre cuestiones teológicas», explica, por su parte, el filósofo ortodoxo de la Iglesia ortodoxa rusa del patriarcado de Moscú, Aleksander Filonenko: «Durante la revuelta (guerra en Ucrania), la fe de todos tuvo que enfrentarse al mismo desafío, y cada uno ha sido para el otro un testigo de la fe. Esta lógica del testimonio ha sido más grande que las divisiones. Es algo absolutamente inédito en las relaciones interconfesionales aquí». 

El comunicado del patriarcado de Kiev, por su parte, elude andarse con medias tintas: «Llamamos al diálogo y cooperación a aquellos obispos, curas y fieles de la Iglesia ortodoxa ucraniana del patriarcado de Moscú que son conscientes de la necesidad de rechazar un poder eclesiástico impuesto y desean sinceramente superar la escisión de la ortodoxia ucraniana para crear una Iglesia ortodoxa (ucraniana) unida». El propio jefe del Gobierno ucraniano, Arseni Yatseniuk, pidió a los 74 obispos de la Iglesia ortodoxa rusa (del patriarcado de Moscú) que eligieran a un patriarca dispuesto a independizarse de Moscú y pronto a reunificar a todos los ortodoxos ucranianos bajo el paraguas de una sola Iglesia. Y en marzo del 2014 ha saltado lo de Crimea. La verdad es que Putin se lo ha puesto a Kirill más que difícil con la anexión de Crimea[v].

El Papa y su beatitud Sviatoslav Shevchuk - Osservatore Romano (5-3-2016)

Mensaje de Francisco a su beatitud Sviatoslav Shevchuk.-

El papa Francisco acaba de escribir un mensaje a su beatitud Sviatoslav Shevchuk el 5-3-2016, con motivo del 70º Aniversario del pseudo-Sínodo en Leópolis[vi], que al día siguiente publicaron también las agencias religiosas, Zenit entre otras[vii]. La referencia al atropello de Leópolis destaca en el texto: «La Iglesia greco-católica ucraniana en estos días –dice- conmemora los tristes acontecimientos de marzo del 1946. Setenta años hace ahora, el contexto ideológico y político, así como las ideas contrarias a la existencia misma de vuestra Iglesia, llevaron a la organización de un pseudo-Sínodo en Leópolis, provocando en los Pastores y en los fieles decenios de sufrimiento».

De ahí que «en el recuerdo de estos sucesos –asegura el Papa-, inclinamos la cabeza con profunda gratitud frente a aquellos que, también con el precio de tribulaciones e incluso del martirio, durante este tiempo han testimoniado la fe, vivida con devoción en la propia Iglesia y en unión indefectible con el Sucesor de Pedro. Al mismo tiempo –prosigue– con ojos iluminados por la misma fe, miramos al Señor Jesucristo, poniendo en Él, y no en la justicia humana, toda nuestra esperanza». 

Bien asido a 1 Pt 3,13-15, Francisco reconoce su fe y les anima a «hacerse incansables testigos de esta esperanza que hace más luminosa nuestra existencia y la de todos los hermanos y hermanas a nuestro alrededor». Hasta procura dejar a continuación, este dulcísimo desahogo para la jerarquía greco-católica: «Renuevo también mi solidaridad a los Pastores y a los fieles por cuanto hacen en este tiempo difícil, marcado por las tribulaciones de la guerra, por aliviar los sufrimientos de la población y por buscar las vías de la paz para la querida tierra ucraniana». Hay, sin duda, Slipyjs redivivos… Remito a mis lectores a la segunda entrega de esta trilogía.

El jueves 3-3-16, Sviatoslav Shevchuk, presidía la Divina Liturgia concelebrada con la jerarquía greco-católica en el altar mayor de la basílica de Santa María la Mayor, en Roma, al final de la cual no dejaba de achacar al Maligno la sugerencia de unirse a los ortodoxos «para no ser un obstáculo» [al ecumenismo]. Y el sábado 5-3-16, Francisco recibió a Sviatoslav y otros miembros del Sínodo Permanente de la Iglesia greco-católica ucraniana, que aprovecharon la ocasión para expresarle su malestar por el documento firmado en La Habana, por lo que ellos consideran una traición y una cesión a los intereses, no solo de los ortodoxos, sino también del presidente de Rusia, Vladimir Putin. Hasta el nuncio apostólico en Ucrania, monseñor Claudio Gugerotti, lo ha tachado de «texto para el olvido». 

La Guerra ucraniana y lo de Crimea, pues, colea. Y aún más el pseudo-Sínodo de Leópolis. Los medios no han dejado de resaltar el silencio de Kirill a los discursos victoriosos de Putin por lo de Crimea: el inquilino del Kremlin le ha puesto en un brete del que veremos cómo sale. Ya desde Gorbachov y Yeltsin, Kirill abogó como nadie por una nueva ideología estatal post-soviética, basada en la restauración ideal de la Santa Rusia, vista en cuanto Estado-Iglesia, capaz de defender en la patria y en el extranjero los valores cristianos en un mundo secularizado. Él expresa la reencarnación del modelo «josifiliano», del monje Josif de Volokolamsk que en 1500 creó la idea de la Iglesia «constitutiva del Estado», una de sus expresiones favoritas, ideal realizado luego por el zar Iván el Terrible, que es el verdadero referente de Putin. Lo de Crimea, no obstante, ha dejado a Kirill tocado. Sus visitas a Ucrania no bajan de 30 en siete años patriarcales. ¿Para qué? ¿Surgirá en Ucrania una [otra, porque ya hay dos] Iglesia [ortodoxa] independiente de Moscú? ¿Qué hacer con la diócesis de Crimea, convertida en rusa a nivel civil? ¿Pasará directamente al patriarcado de Moscú? ¿Y si Kiev no estuviese de acuerdo? Este horizonte inquieta lo suyo a Kirill. Desde un punto de vista eclesiástico, Ucrania supone casi la mitad de las parroquias del patriarcado de Moscú (13.000 parroquias ucranianas frente a las 15.000 rusas). Cerca del 60% del clero moscovita es de Ucrania, incluyendo numerosos obispos que trabajan en la propia Rusia. 

La reciente elección de Onufriy, filo-ruso, ha tranquilizado a Kirill, por supuesto, aunque no definitivamente. Se sabe que el competidor, ya digo, era y sigue siendo partidario de la integridad del estado ucraniano y de su Iglesia independiente de Moscú. Tarde o pronto, pues, llegará. La Iglesia de Onufriy, de obediencia por ahora moscovita, se expone no poco al aparecer ante los ojos de los ucranianos como la «Iglesia invasora». Ello puede redundar en mayor autonomía y autoridad, no solo de Filaret Denisenko y su patriarcado de Kiev, hoy muy debilitado pero numeroso, sino también de la Iglesia greco-católica de Sviatoslav Shevchuk, que tiene su bastión de Ucrania occidental y que ha apoyado las protestas de Maidán y la revolución en Kiev.

Kirill, por otra parte, teme asimismo perder su posición dominante en la entera comunión ortodoxa, que en 2016 acudirá al Santo y Gran Concilio pan-ortodoxo en Creta, primero de la historia milenaria de la Ortodoxia. Moscú representa el 70% de los ortodoxos en el mundo, es cierto; pero, si su jurisdicción fuese dividida, se arriesgaría a terminar siendo otra minoría más. Podría ser la tumba de las ambiciones ruso-ortodoxas de guiar el mundo cristiano en contraposición (o al menos a la par) con el Papa de Roma. La gran Rusia, anexionándose Crimea, en vez de ensancharse podría terminar siendo, en realidad, más pequeña. Seguro que estas y otras consideraciones análogas pesaron lo suyo en el encuentro de Cuba. Más hubiera ganado Kirill, desde luego, de haber pedido primero perdón a la Iglesia greco-católica de Ucrania por lo de Leópolis y, con ánimo reconciliador, de haber convivido con ella en paz y armonía, como las de Ucrania, y no empeñado en seguir recurriendo a su delfín Hilarión para que largue en ruedas de prensa descalificaciones y despropósitos. Entonces sí que, dado ese paso adelante, estaría practicando un ecumenismo en Caridad y Verdad. 

El Sínodo Permanente de la Iglesia greco-católica de Ucrania junto al papa Francisco y el arzobispo mayor Sviatoslav, al final de la audiencia. Papa y Arzobispo sostienen el regalo al Papa: el Icono de María Reina de la Misericordia (5-3-2016)


NOTAS:
 
[ii] Fiore, L., La Iglesia en medio. UCRANIA / Ante una encrucijada: Huellas N.4, Abril 2014 (http://www.revistahuellas.org/?id=266&id2=170&id_n=6158). 
[v] Vladimir Rozanskiy: El Patriarca de Moscú, normalmente aliado de Putin, molesto y perjudicado por la anexión de Crimea (AsiaNews): http://www.religionenlibertad.com/el-patriarca-de-moscu-normalmente-aliado-de-putin-molesto-y-perjudicado-34604.htm
[vi] Messaggio del Santo Padre Francesco a Sua Beatitudine Sviatoslav Shevchuk, Arcivescovo Maggiore di Kyiv-Halyč (5.III.2016).(http://w2.vatican.va/content/francesco/it/messages/pont-messages/2016/documents/papa-francesco_20160305_messaggio-beatitudine-shevchuk.html); “La heroica Iglesia católica en Ucrania”: Ecclesia, n. 3.823 (19-III-2016) 31 (443). 

Prof. Dr. Pedro Langa Aguilar, OSA 
Teólogo y ecumenista 


Pueden encontrar las partes I y II de este artículo en:









sábado, 26 de marzo de 2016

CARTA DE PASCUA 2016

CREER EN EL RESUCITADO

Queridos amigos:

Después del camino recorrido en estas semanas que preceden a la gran fiesta de la Pascua, os envío unas letras para que juntos nos preparemos a vivir la fe en el Resucitado.
La fe no es un principio abstracto, no es algo teórico ni que exista en sí misma. La fe existe donde el hombre se arriesga a aceptar la verdad del anuncio del Reino de Dios. Se trata de una experiencia viva y, en cuanto tal, la vamos viviendo como un itinerario, desde la adhesión personal al Resucitado, hasta el compromiso con un mundo mejor, más fraterno y más bello.
Algunas de las dificultades que tenemos para vivir la fe, no provienen sólo de la influencia de un ambiente materializado ni incluso de la indiferencia de la sociedad, sino de un desconocimiento de nuestro propio yo, de la falta de espíritu ascético, o quizás de instalarnos habitualmente en la superficialidad, esa actitud que hace de la apariencia lo real y que no es capaz de adentrarse en las profundidades de nuestro ser. Como dice San Agustín:” Dios es más íntimo a mí que yo mismo”.
Cuando vivimos desde la superficialidad no estamos preparados para acoger el don gratuito de la gracia y nos dejamos modificar por muchas cosas que modelan nuestra conducta y nuestra vida. En esta actitud nos resulta arduo salirnos de la órbita de lo simplemente “aparente” para introducirnos en la órbita del “misterio”.
Hoy resulta difícil introducirnos en el misterio. El activismo, el abuso de estímulos que desarrollan lo sensitivo en detrimento de la creatividad y la falta de silencio y recogimiento, son algunas actitudes y conductas actuales que frenan o retardan la entrada en esa profundidad donde Dios se descubre desde la vida.
En este Año Jubilar de la Misericordia, en que invocamos la bondad del Padre, para que su Reino llegue a este mundo; le pedimos en este tiempo de la Pascua la oportunidad de afianzar nuestras vivencias de liberación, justicia y amor entre todos los hombres.
Abramos la puerta de nuestra vida para que la fe se haga testimonio en nuestro camino cotidiano.
Esta experiencia de fe nos ha de impulsar a la entrega a los demás, comenzando por aquellos que tenemos más próximos.
La Pascua es una realidad de fiesta y de alegría porque anuncia y expresa la victoria de la vida. Creer en el Resucitado nos lleva a vivir toda nuestra vida desde sus actitudes. Creer en Él nos ayuda a vivir el perdón, la fragilidad y la confianza, desde la transformación del presente y la esperanza del futuro. Nuestra fe en Él nos lleva a la certeza de que la Vida tiene la última palabra.
Feliz Pascua, os desea
Fernando Jordán Pemán
Parroquia Inmaculado Corazón de María

miércoles, 23 de marzo de 2016

LAZOS EN FINLANDIA

Los 14.000 católicos de Finlandia, una iglesia que no llega a fin de mes pero con voz y en plena unión con los luteranos 
POR EUROPA PRESS


Raimo Goyarrola
Vicario general de la diócesis católica de Helsinki, única en Finlandia
El vicario general de la diócesis católica de Helsinki, única en Finlandia, el español Raimo Goyarrola, ha asegurado que Finlandia es "un milagro" porque, aunque la iglesia católica de allí es "la más pobre", aunque apenas llegan a pagar la calefacción durante los 10 meses de temperaturas de hasta 20 grados bajo cero y aunque los católicos representen un 0,2% de la población total, su voz se escucha en el gobierno y en la sociedad y su participación con el resto de iglesias es plena.

Goyarrola pone como ejemplo de este ecumenismo entre la Iglesia luterana -la mayoritaria, con casi 4 millones de fieles, el 78% de los finlandeses-, la ortodoxa -con unos 60.000- y la católica -con 14.000 fieles, 26 sacerdotes y un solo obispo-, la cesión a los católicos de iglesias luteranas y ortodoxas para celebrar misa los domingos.

"En Finlandia tenemos siete parroquias y durante un mes, los domingos tenemos misa en 25 ciudades distintas para lo que usamos iglesias luteranas y ortodoxas. La relación es espectacular, fraternal, somos una familia. Yo me siento en casa con los luteranos y los ortodoxos. Finlandia es un milagro", ha enfatizado.

Así lo ha indicado durante un acto en la Oficina de Información del Opus Dei, en el marco de su visita a España para presentar este miércoles a las 19,30 horas en Pangea el libro 'Cálido viento del norte' (Rialp), de José Miguel Cejas, que falleció de forma repentina el pasado 4 de febrero.

Además, sobre las relaciones entre la Iglesia y el Estado, ha precisado que el Gobierno escucha la voz de las distintas confesiones. Según apunta el pastor luterano Juhani Holma, cuando el Estado quiere aprobar una ley que afecte a la familia, al matrimonio, a la vida o a las religiones, "siempre pregunta" a las iglesias, no solo a las mayoritarias sino también a la católica. "No hay odio a la religión, es más, se ve como una cosa positiva", añade Goyarrola.

También se observa la importancia de las iglesias en la educación ya que en los colegios, los directores están obligados a ofrecer la clase de religión siempre que haya al menos tres niños que profesen esa fe, ya sean luteranos, católicos o budistas -a diferencia de España, donde el Estado está obligado a ofrecerla a partir de diez alumnos-.

EN FINLANDIA, GOBIERNOS DE CINCO PARTIDOS

Por ello, invita a los políticos españoles a que vayan a pasar una temporada a Finlandia, y ante la situación política en España, les recuerda el ejemplo del país nórdico donde el gobierno siempre está formado por coaliciones de una media de hasta cinco formaciones políticas.

Sin embargo, en declaraciones a Europa Press, el vicario episcopal de la diócesis católica de Helsinki advierte de que no deben fijarse en todo porque también "se están cometiendo errores en el norte". En este sentido, apunta que una de las principales preocupaciones de la Iglesia en el país es el número de "familias destruidas" y el avance del "secularismo" y del "individualismo".

"Divorciados, casados por quinta vez. Europa del sur está a tiempo de prevenir esto. La destrucción de la familia es una catástrofe", advierte. Y apunta que para contrarrestar este modelo de familia es fundamental el "ejemplo", el mismo que está cundiendo en un barrio de la ciudad finlandesa de Oulu, donde una docena de familias católicas "han influido" en el otro medio millar de hogares de la zona y que han ayudado, según asegura Goyarrola, a que disminuya el número de divorcios y aumente la media de hijos a cuatro ó cinco.

Por ello, subraya que, aunque en España hay mucha corrupción y la población se ha visto sacudida por el drama del paro y por la crisis, al menos se ha mantenido la familia y esta, a su juicio, ha sido la que ha permitido "que España haya sobrevivido".

PAGAR LA CALEFACCIÓN SIN LA 'X' DEL IRPF

Las iglesias nacionales de Finlandia son la luterana y la ortodoxa y, por este motivo, disponen de una casilla en la Declaración de la Renta. Además, los judíos tienen un acuerdo con los luteranos por el cual marcan la 'X' de la Iglesia luterana y luego esta se compromete a entregarles el dinero recaudado. Sin embargo, los católicos no disponen de esta ayuda por lo que viven "de la generosidad" de sus fieles y de los curas católicos suecos y noruegos que les donan parte de su sueldo.

"Los católicos llevamos 15 años negociando y se nos dice que sería justo pero nunca llegamos a recibir nada. La Iglesia católica en Finlandia es la más pobre del mundo. Pero esto es una ventaja porque no dependemos del Estado, de los impuestos. Tenemos diez meses de calefacción y la Iglesia católica en Finlandia no llega", subraya, para insistir en que la clave del futuro es "la pobreza" de la que habla Francisco, entendida "no como indigencia sino como virtud".

En cualquier caso, a pesar de estas diferencias, la unión entre las iglesias sigue fuerte y, en este sentido, la Iglesia católica está ayudando a la luterana en la preparación de los actos que se celebrarán en 2017 con motivo de los 500 años de la Reforma de Lutero. Precisamente, con motivo de este aniversario, el Papa Francisco viajará a Suecia el 31 de octubre de 2016 y Goyarrola ha anunciado que están en conversaciones con la Santa Sede para que un día antes el Pontífice se reúna con los católicos del norte de Europa.










martes, 22 de marzo de 2016

PROGRAMA SEMANA SANTA


Nuestro hermanos de la Iglesia de El Buen Pastor (Iglesia Metodista) nos pasan sus actos para estos días de Semana Santa.

¨ Jueves Santo

18:00 h. Relatos bíblicos de Pasión según San Mateo y música de J.S. Bach.

19:00 h. Lavatorio de pies

20:00 h. Cena de la Pascua según la tradición judía

¨ Viernes Santo

12:00 h. Culto de Viernes Santo

16:00 h. Proyección “Los diez mandamientos”

¨ Sábado Santo

19:00 Vigilia de Pascua de Resurrección

(Proyección de película)

¨ Domingo de Resurrección

11:00 h. Culto de Resurrección (Sabiñánigo)

lunes, 21 de marzo de 2016

EL PAPA FRANCISCO A LOS GRECO-CATÓLICOS UCRANIANOS, “TESTIGOS DE FE EN LAS TRIBULACIONES”


Francisco da las gracias a los greco-católicos ucranianos, “testigos de fe en las tribulaciones”
  • Su Beatitud Shevchuck: "Hemos venido para pedir ayuda con el pueblo ucraniano"
  • El Papa recuerda los 70 años de la prohibición de esta Iglesia en el pseudo-sínodo de Lviv
  • El Santo Padre expresa su profundo reconocimiento por su fe y les anima a "hacerse incansables testigos de esta esperanza que hace más luminosa nuestra existencia y la de todos los hermanos y hermanas a nuestro alrededor"

"En algunas circunstancias, nuestra condición humana se hace aún más frágil por las difíciles situaciones históricas, las cuales marcan la vida del Pueblo de Dios, de la Comunidad que Jesucristo nuestro Señor compró con su sangre". Lo recuerda el papa Francisco en su mensaje dirigido a su beatitud Sviatoslav Shevchuk, arzobispo mayor de Kiev. Y es que la Iglesia greco-católica ucraniana conmemora en estos días los tristes sucesos de marzo de 1946, el pseudo-sínodo en Lviv, en el que seprohibió la Iglesia greco-católica de Ucrania. 

Este viernes el Santo Padre se reunió en el Vaticano con el Sínodo Permanente de la Iglesia greco-católica de Ucrania. "Hemos venido para reafirmar nuestra comunión con el Papa y para pedir su ayuda con el pueblo ucraniano", dijo su beatitud Sviatoslav Shevchuk después del encuentro. "El Papa nos ha escuchado", dijo el arzobispo Shevchuk, y recordó cómo Francisco es considerado "una autoridad moral que habla de la verdad, una voz muy importante para el pueblo ucraniano". 

Por su parte, el mensaje del Santo Padre recuerda que "hace setenta años, el contexto ideológico y político, así como las ideas contrarias a la existencia misma de vuestra Iglesia, llevaron a la organización de un pseudo-sínodo en Lviv, provocando en los pastores y en los fieles decenios de sufrimiento". 

Por eso, el Papa asegura que en el recuerdo de estos sucesos, "inclinamos la cabeza conprofunda gratitud frente a aquellos que, también con el precio de tribulaciones e incluso del martirio, durante este tiempo han testimoniado la fe, vivida con devoción en la propia Iglesia y en unión indefectible con el sucesor de Pedro". 

Al mismo tiempo -prosigue Francisco- con ojos iluminados por la misma fe, miramos al Señor Jesucristo, poniendo en Él, y no en la justicia humana, toda nuestra esperanza. "Él es la fuente verdadera de nuestra confianza para el presente y el futuro, estando seguros de ser llamados a anunciar el Evangelio también en medio de cualquier sufrimiento o dificultad", precisa. 

Asimismo, el Santo Padre expresa su profundo reconocimiento por su fe y les anima a "hacerse incansables testigos de esta esperanza que hace más luminosa nuestra existencia y la de todos los hermanos y hermanas a nuestro alrededor". 

También renueva su solidaridad con los pastores y fieles por lo que hacen en este tiempo difícil, marcado por las tribulaciones de la guerra, para aliviar los sufrimientos de la población y para buscar los caminos de la paz para Ucrania. 

Para concluir con su mensaje, el Pontífice recuerda que en el Señor están nuestra valentía y nuestra alegría. Y finaliza: "a Él me dirijo, a través de la intercesión de la beata Virgen María y de los mártires de vuestra Iglesia, para que el consuelo divino ilumine los rostros de vuestras comunidades en Ucrania y en otras partes del mundo".


FUENTE:
Religión Digital. com




domingo, 20 de marzo de 2016

ACTO INTERRELIGIOSO POR LA PAZ Y LA ACOGIDA


Publicamos una carta que hemos recibido invitándonos a preparar un acto interreligioso por la paz y la acogida:

ACTO INTERRELIGIOSO POR LA PAZ Y LA ACOGIDA

Esta carta es una invitación para unirse a la organización de un acto que tiene como objetivo poner de manifiesto que las religiones con presencia en Madrid apuestan de manera firme y activa por la paz y por la acogida de las personas que se convierten en refugiados como consecuencia de las guerras. La actual guerra en Siria y la tragedia que están viviendo miles de refugiados (también procedentes de otros países además de Siria) nos mueven a impulsar este acto y a convocar a todos los grupos y confesiones religiosas que quieran participar.

La propuesta inicial es que el acto se celebre el día 28 de abril, jueves, a las siete de la tarde en la mezquita del barrio de Tetuán, a la que acuden regularmente muchas personas sirias. 

El acto tendría una primera parte de intervenciones de las distintas confesiones y una segunda en la que habría un compromiso común a modo de declaración o manifiesto. 

Nos parece importante que en el transcurso del acto se denuncien las causas de las guerras, y en concreto la de Siria. A partir de ahí surgirá un compromiso de acción conjunta en favor de la paz y de la acogida.

Hemos tenido una primera reunión de toma de contacto y ahora queremos difundir esta invitación para que la iniciativa llegue a más grupos y personas.

Tendremos una segunda reunión el día 29 de marzo, martes, a las 7 de la tarde, en el local del Movimiento Apostólico y Seglar, M.A.S., en la calle General Ramírez de Madrid, 29 (metro de Tetuán). Si no pudiera asistir nadie de tu grupo pero queréis participar en la organización del acto, podéis enviar un mensaje a rmallavi@gmail.com

Madrid, 16 de marzo de 2016

Alfredo Abad (IEE)
Evaristo Villar (Cristianas y Cristianos de Base de Madrid)
Carlos Jesús Delgado (Justicia y Paz)
Carmen Calle (CCP de Canillejas)
Mariella Ferreccio (CCP de Canillejas)
Mohamed Rabih (Mezquita de Tetuán)
Raquel Mallavibarrena (Cristianas y Cristianos de Base de Madrid)
Ricardo Gayol (Cristianas y Cristianos de Base de Madrid)
Tiscar Espigares (Comunidad de Sant Egidio)
Yoel G Yera (Hare Krishna)


sábado, 19 de marzo de 2016

EL CAMINO HACIA LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

El camino hacia la unidad de los cristianos. Reflexión sobre la “Unitatis Redintegratio


Texto completo de la predicación del fraile capuchino el padre Raniero Cantalamessa en el Vaticano con motivo de la Cuaresma 2016

Fr. Raniero Cantalamessa, ofmcap

EL CAMINO HACIA LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS


Reflexión sobre la “Unitatis Redintegratio

1.- El camino ecuménico después del Vaticano II

La moderna ciencia hermenéutica ha vuelto familiar el principio de Gadamer de la “historia de los efectos” (Wirkungsgeschichte). Según este método, para entender un texto es necesario tener en cuenta los efectos que este ha producido en la historia, pasando a formar parte de la historia y dialogando con ella [1].

Este principio resulta de gran utilidad aplicado a la interpretación de la Escritura. Nos dice que no se puede entender completamente el Antiguo Testamento, si no es a la luz del cumplimiento del Nuevo y no se puede entender el Nuevo Testamento si no es a la luz de los frutos que ha producido en la vida de la Iglesia. No basta por tanto el habitual estudio histórico-filológico de las “fuentes”, es decir de las influencias sufridas por un texto; es necesario tener en cuenta también las influencias ejercidas por este mismo. Es la regla que Jesús había formulado mucho tiempo antes, diciendo que cada árbol se conoce por sus frutos (cf. Lc 6, 44).

En la debida proporción, este principio –lo hemos visto en las meditaciones precedentes– se aplica también a los textos del Vaticano II. Hoy quisiera mostrar cómo esto se aplica en particular al decreto del ecumenismo, Unitatis redintegratio, que es el tema de esta meditación. Cincuenta años de camino y de progresos en el ecumenismo demuestran la virtualidad encerrada en ese texto. Después de haber recordado las razones profundas que inducen a los cristianos a buscar la unidad entre ellos, y después de tomar nota del difundirse entre los creyentes de las distintas Iglesias de una nueva actitud al respecto, los Padres conciliares así expresan el intento del documento:

“Considerando, pues, este Sacrosanto Concilio con grato ánimo todos estos problemas, una vez expuesta la doctrina sobre la Iglesia, impulsado por el deseo de restablecer la unidad entre todos los discípulos de Cristo, quiere proponer a todos los católicos los medios, los caminos y las formas por las que puedan responder a este divina vocación y gracia” [2]. Las relaciones, o los frutos, de este documento han sido de dos formas. En el plano doctrinal e institucional, ha sido constituido el Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos; iniciaron otros diálogos bilaterales con casi todas las confesiones cristianas, con el fin de promover un mejor conocimiento recíproco, un debate de las posiciones y la superación de prejuicios”.

Las realizaciones y los frutos de este documento han sido de dos especies. En el plano doctrinal y institucional ha sido creado el Pontificio consejo para la unidad de los cristianos y se han iniciados diálogos bilaterales para con la mayoría de las iglesias cristianas afín de promover un mejor conocimiento recíproco y superar los prejuicios.

Junto a este ecumenismo oficial y doctrinal, se ha desarrollado desde el principio un ecumenismo del encuentro y de la reconciliación de los corazones. En este ámbito destacan algunos encuentros célebres que han marcado el camino del ecumenismo en estos 50 años: el de Pablo VI con el Patriarca Atenágoras, los innumerables encuentros de Juan Pablo II y de Benedicto XVI con los jefes de distintas iglesias cristianas, del papa Francisco con el patriarca Bartolomé en el 2004, y, por último, con el Patriarca de Moscú Kirill en Cuba que ha abierto un horizonte nuevo en el camino ecuménico.

A este mismo ecumenismo espiritual, pertenecen también las muchas iniciativas en las cuales los creyentes de distintas Iglesias se encuentran para rezar y proclamar juntos el Evangelio, sin intenciones de proselitismo y en plena fidelidad cada uno a su propia Iglesia. He tenido la gracia de participar en muchos de estos encuentros. Uno de ellos permanece particularmente vivo en mi memoria porque fue como una profecía visual de resultado al qué debería llevarnos al movimiento ecuménico.

En 2009 se celebró en Estocolmo una gran manifestación de denominada “Jesus manifestation”, “Una manifestación por Jesús”. En el último día, los creyentes de las distintas Iglesias, cada uno por una calle diferente, caminaban en procesión hacia el centro de la ciudad. También el pequeño grupo de católicos, con el obispo local a la cabeza, íbamos por nuestro camino rezando. Al llegar al centro, las filas se rompían y era una única multitud la que proclamaba el señorío de Cristo frente a una multitud de 18 mil jóvenes y de transeúntes atónitos. La que pretendía ser una manifestación “por” Jesús, se convirtió en una poderosa manifestación “de” Jesús. Su presencia se podía casi tocar con la mano en un país que no está acostumbrado a manifestaciones religiosas de este tipo.

También estos desarrollos del documento sobre ecumenismo son un fruto del Espíritu Santo, un signo del invocado nuevo Pentecostés. ¿Cómo hizo el Resucitado para convencer a los apóstoles a abrirse a los gentiles y a recibirles también a ellos en la comunidad cristiana? Condujo a Pedro en la casa del centurión Cornelio, le hizo asistir a la venida del Espíritu sobre los presentes, con las mismas manifestaciones que los apóstoles habían experimentado en Pentecostés: hablar en lenguas, glorificar a Dios en voz alta. A Pedro no le quedó otra opción que llegar a la conclusión: “Si Dios les dio a ellos la misma gracia que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿cómo podía yo oponerme a Dios?” (Hch 11, 17).

El Señor resucitado está haciendo lo mismo hoy. Envía su Espíritu y sus carismas sobre los creyentes de las distintas Iglesias, también de las que creíamos más distantes de nosotros, a menudo con idénticas manifestaciones visibles. ¿Cómo no ver en eso un signo que nos empuja a aceptarnos y reconocernos recíprocamente como hermanos, aunque aún en el camino hacia una unidad más plena en el plano visible?

Fue en todo caso lo que me ha convertido a mi a tener amor a la unidad de los cristianos, acostumbrado por mis estudios preconciliares a ver a los ortodoxos y protestantes solo como “adversarios” para confutar en nuestras tesis de teología.

2.- A un año del V Centenario de la reforma protestante (1517)

En la Cuaresma del año pasado, traté de mostrar los resultados a los que ha llegado, a nivel teológico, el diálogo ecuménico con el oriente ortodoxo. Al libro que recoge tales meditaciones di el título “Dos pulmones, una única respiración” el cual dice por sí solo a lo que tendemos y que en gran parte ya se ha realizado[3].

En esta ocasión quisiera dirigir la atención a las relaciones con el otro gran interlocutor del diálogo ecuménico que es el mundo protestante, sin entrar en cuestiones históricas y doctrinales, pero para mostrar cómo todo nos empuja a ir adelante en el esfuerzo de recomponer la unidad del occidente cristiano.

Una circunstancia hace este esfuerzo particularmente actual. El mundo cristiano nos prepara a celebrar el quinto centenario de la Reforma en el 2017. Es vital para el futuro de la Iglesia no perder esta ocasión, permaneciendo prisioneros del pasado, o limitándose a usar un tono más conciliador en el establecimiento de los aciertos y errores en ambos lados. Es el momento de hacer, creo, un salto de calidad, como cuando una barca llega a la compuerta de un río o de un canal que le permite proseguir la navegación a un nivel superior.

La situación ha cambiado profundamente en estos quinientos años, pero como siempre, es difícil tomar pronto conciencia de lo que es nuevo. Las cuestiones que provocaron la separación entre la Iglesia de Roma y la Reforma en el siglo XVI fueron sobre todo las indulgencias y la forma en la que sucede la justificación del pecador.

Pero ¿podemos decir que estos son problemas con los cuales se mantiene o cae la fe del hombre de hoy? En una conferencia celebrada en el Centro “Pro unione” de Roma, el cardenal Walter Kasper explicaba que mientras para Lutero el problema existencial número uno era cómo superar el sentido de la culpa y obtener un Dios benévolo, hoy el problema es más bien el contrario: como dar de nuevo al hombre de hoy el verdadero sentido del pecado que se ha perdido del todo.

Creo que todas las discusiones seculares entre católicos y protestantes acerca de la fe y las obras han terminado por hacer perder de vista el punto principal del mensaje paulino. Lo que el apóstol quiere afirmar, sobre todo en Romanos 3, no es que somos justificados por la fe, sino que somos justificados por la fe en Cristo; no es tanto que somos justificados por la gracia, sino que somos justificados por la gracia de Cristo. La persona de Cristo es el corazón del mensaje, incluso antes de la gracia y la fe.

Después de haber presentado a la humanidad en su estado universal de pecado y de perdición en los dos capítulos anteriores de la Carta, el apóstol tiene el increíble valor de proclamar que esta situación ha cambiado radicalmente, “en virtud de la redención cumplida en Cristo Jesús”, “por la obediencia de uno solo”(Rm 3, 24; 5, 19).

La afirmación de que esta salvación se recibe por fe, y no por obras, está presente en el texto y era lo más urgente donde arrojar luz en los tiempos de Lutero, cuando era claro, al menos en Europa, que se trataba de la fe en Cristo y de la gracia de Cristo. Pero esa viene en segundo lugar, no en el primero. Cometimos el error de reducir a un problema de escuelas, a lo interior del cristianismo, lo que era para el apóstol una afirmación mucho más amplia y universal. Hoy estamos llamados a redescubrir y proclamar juntos el fondo del mensaje paulino.

En la descripción de las batallas medievales siempre hay un momento en el que, superados los arqueros, caballería y todo lo demás, la lucha se concentraba alrededor del rey. Allí se decidía el éxito final de la batalla. También para nosotros la batalla de hoy está alrededor del rey… La persona de Jesucristo es el verdadero juego. Tenemos que volver, desde el punto de vista de la evangelización, al tiempo de los apóstoles. Hay una similitud entre nuestro tiempo y el de ellos. Ellos estaban frente a un mundo pre-cristiano; en Occidente, nosotros tenemos delante un mundo en gran parte post-cristiano.

Cuando el apóstol Pablo quiere resumir en una frase la esencia del mensaje cristiano no dice: “Anunciamos esta o esa doctrina”; dice: “Nosotros predicamos a Cristo crucificado” (1 Cor 1, 23), y otra vez: “Nosotros predicamos a Cristo Jesús el Señor” (2 Cor 4, 5). Esto es el verdadero “articulus stantis cadentis et Ecclesiae”, el artículo por el cual la Iglesia se mantiene o cae.

Esto no significa ignorar todo lo que la Reforma protestante produjo de nuevo y válido, tanto en la teología y como en la de la espiritualidad, especialmente con la reafirmación de la primacía de la Palabra de Dios. Significa más bien permitir que toda la Iglesia se beneficie de sus logros positivos, una vez liberados de ciertos excesos y refuerzos debidos a la atmósfera recalentada del momento, a la interferencia de la política y a las controversias posteriores.

Un paso importante en este sentido fue la “Declaración Conjunta sobre la Doctrina de la Justificación”, firmada el 31 de de octubre de 1999, entre la Iglesia católica y la Federación Mundial de Iglesias Luteranas” [4]. En su conclusión, que dice:

“La comprensión de la doctrina de la justificación expuesta en esta Declaración muestra la existencia de un consenso entre luteranos y católicos sobre los puntos fundamentales de la doctrina de la justificación. A la luz de este acuerdo son aceptables las diferencias que existen con respecto al lenguaje, los desarrollos teológicos, y los énfasis particulares que ha tomado la comprensión de la justificación. […] Por esta razón, la elaboración luterana y la católica de la fe en la justificación , en sus diferencias, están abiertas la una a la otra de tal forma que no invalida de nuevo el consenso alcanzado sobre verdades fundamentales” [5].

Yo estaba presente cuando el acuerdo fue proclamado en San Pedro durante unas vísperas solemnes presididas por el Papa Juan Pablo II y el arzobispo de Uppsala, Bertil Werkström. Me impresionó una observación que el Papa hizo en la homilía. Expresaba, si no recuerdo mal, este pensamiento: ha llegado el momento de dejar de hacer de esta doctrina de la justificación por la fe un tema de lucha y disputas entre los teólogos, y tratar, en cambio, de ayudar a todos los bautizados a hacer, de esta verdad, una la experiencia personal y libertadora. Desde ese día, no he parado, cada vez que he tenido la oportunidad en mi predicación, de exhortar a los hermanos a tener esta experiencia.

La justificación mediante la fe en Cristo debería ser predicada por toda la Iglesia y con mayor vigor que nunca. Ya no, sin embargo, en contraposición a las “buenas obras”, que es un asunto superado y resuelto, sino en oposición, en todo caso, a la pretensión del mundo secularizado de poder salvarse solo, con su ciencia, la tecnología o las técnicas espirituales de su invención. Estoy convencido de que si estuvieran vivos hoy en día, esta sería la forma en la que Lutero, Calvino y otros reformadores ¡predicarían la justificación gratuita mediante por la fe!

“Las sociedades modernas – leemos en un libro que ha hecho historia – son construidas sobre la ciencia. Le deben su riqueza, su poder y la certeza de que una riquezas y poderes aún mayores serán accesibles al hombre el día de mañana si él quiere […]. Provistos de todo el poder, con todas las riquezas que la ciencia les ofrece, nuestras sociedades todavía tratan de vivir y enseñar sistemas de valores, ya socavados en la base por esta misma ciencia” [6].

Los “sistemas de valores obsoletos” son, por supuesto, para el autor, los sistemas religiosos. Jean-Paul Sartre llega a la misma conclusión desde un punto de vista filosófico. Él hace decir a uno de sus personajes: “Yo mismo hoy me acuso y solo yo me puedo absolver también, yo el hombre. Si Dios existe, el hombre no es nada” [7].

Es a este tipo de desafíos lanzados por el cientificismo ateo y el secularismo que deben responder los cristianos de hoy en día con la doctrina de que “el hombre no es justificado por las obras de la Ley, sino por la fe en Jesucristo” (cf. Gal 2, 16).

3.- Más allá de las fórmulas

Estoy convencido de que en el diálogo ecuménico con las Iglesias protestantes pesa mucho el rol de frenado de las fórmulas. Me explico. Las formulaciones doctrinales y dogmáticas, que en sus inicios fueron el resultado de procesos vitales y reflejaban el camino coral de la comunidad y la verdad alcanzada con fatiga, con el paso del tiempo tienden a endurecerse para convertirse en “consignas”, etiquetas que indican una pertenencia. La fe ya no termina en la realidad de la cosa, sino en su formulación. Estamos en las antípodas de lo que debería ser, según la famosa afirmación de Tomás de Aquino: “Fides non terminatur ad enuntiabile, sed ad rem”: la fe no termina en su formulación, sino la cosa en sí misma[8].

Es el fenómeno del formalismo ya en la antigüedad, una vez terminada la fase creativa de los grandes dogmas [9]. Sólo recientemente se dieron cuenta, por ejemplo, que las divisiones dentro del Oriente cristiano, entre Iglesias calcedonianas y las llamadas monifisistas o nestorianas, estaban basados, en muchos casos, en fórmulas y el sentido diferente dado, en ellas a los términos ousia y hypostasis, que no tocaban la sustancia de la doctrina. Se ha podido restablecer, así, la comunión entre y con diferentes Iglesias orientales.

Este obstáculo es particularmente visible en las relaciones con las Iglesias de la Reforma. Fe y obras, Escritura y tradición: son contraposiciones comprensibles y en parte justificadas en su nacimiento, pero llevan al engaño si son repetidas y mantenidas en pie, como si nada hubiera cambiado en quinientos años de vida.

Tomemos la contraposición entre fe y obras. Esta tiene sentido si por buenas obras se entiende principalmente (como lamentablemente sucedía en la época de Lutero) indulgencias, peregrinaciones, ayunos, limosnas, velas votivas, y todo lo demás. En cambio lleva fuera del camino si por buenas obras se entiende las obras de caridad y de misericordia. Jesús en el Evangelio reprende que sin esas no se entra en el Reino de los Cielos y Él se verá obligado a decir: “Lejos de mí”. No se es justificado por las buenas obras, pero no nos salvamos sin las buenas obras. La justificación es sin condiciones de la parte de Dios, pero no es sin consecuencias. Esto lo creemos todos, católicos y protestantes y lo decía ya el Concilio de Trento.

Lo mismo hay que decir de la contraposición entre Escritura y tradición. Esta surge apenas se toca el problema de la revelación, como si los protestantes tuvieran solamente la Escritura y los católicos la Escritura y la tradición juntas. Cuando en realidad todas las Iglesia tienen una propia tradición. ¿Qué es lo que explica la existencia de tantas denominaciones diversas dentro del protestantismo, si no el modo diverso que tiene cada una de interpretar las Escrituras? ¿Y qué es la tradición en su contenido más verdadero si no justamente, la Escritura leída en la Iglesia y por la Iglesia?

Ni siquiera la fórmula luterana “Simul iustus et peccator”, “justo y pecador al mismo tiempo”, es un obstáculo insuperable a la comunión. Forma parte de la tradición católica desde el tiempo de los Padres, la definición de la Iglesia como “casta meretriz” (casta meretrix), como santa y que siempre necesita ser reformada” [10]. Lo que se dice de la Iglesia en su conjunto como cuerpo de Cristo, ¿no se debería aplicar también a cada uno de sus miembros?

Lo que puede ser objeto de una explicación diversa y complementaria es el modo con el cual se entiende esta presencia simultánea de santidad y de pecado en el hombre redimido. En el adjunto a la Declaración conjunta sobre la justificación hay una explicación de la fórmula “simul iustus et peccator” que no es incompatible con la doctrina católica. Se afirma que la justificación opera una renovación real en la vida del bautizado, incluso si esto no se vuelve nunca una posesión adquirida, sobre la cual el hombre pueda apoyarse delante a Dios, mas que queda siempre dependiente de la acción del Espíritu Santo.

En 1974 hubo una noticia que asombró y divirtió al mundo entero. Un soldado japonés, enviado durante la última Guerra Mundial a una isla de Filipinas para infiltrarse entre el enemigo y recoger información, había vivido treinta años escondiéndose en la jungla y alimentándose de raíces, frutos y alguna presa, convencido de que aún había guerra y él seguía en su misión. Cuando lo encontraron fue difícil convencerlo de que la guerra había terminado y que podía volver a su país.

Yo creo que sucede algo similar entre los cristianos. Hay cristianos a los que es necesario convencerles, en ambas formaciones, que la guerra ha terminado, las guerras de religión entre católicos y protestantes han terminado. ¡Tenemos otras cosas que hacer que la guerra uno al otro! El mundo ha olvidado o no ha conocido nunca a su Salvador, a aquel que es la luz del mundo, el camino, la verdad y la vida ¿Y perdemos el tiempo discutiendo entre nosotros?

4.- Unidad en la caridad

Sin embargo, no es suficiente este motivo práctico para realizar la unidad de los cristianos. No es suficiente encontrarse unidos en el frente de la evangelización y de la acción caritativa. Este es un camino que el movimiento ecuménico ha experimentado en sus inicios con el movimiento ‘Vida y acción’ (Life and Work), pero que se ha revelado insuficiente. Si la unidad de los discípulos tiene que ser un reflejo de la unidad entre el Padre y el Hijo, esta tiene que ser en primer lugar una unidad de amor, porque tal es la unidad que reina en la Trinidad. Las tres divinas personas no están unidas por el hecho de que realizan conjuntamente la creación y todas las otras obras ad extra; los son en su mismo ser. La Escritura nos exhorta a “hacer la verdad en la caridad – veritatem facientes in caritate”(Ef 4, 15). Y san Agustín afirma que “no se entra en la verdad si no a través de la caridad – non intratur in veritatem nisi per caritatem» [11].

La cosa extraordinaria, sobre este camino hacia la unidad basada en el amor, es que esta se encuentra ya enteramente abierta delante de nosotros. No podemos “quemar las etapas” sobre la doctrina, porque las diferencias son y se resuelven con paciencia en los lugares correspondientes. Podemos en cambio quemar las etapas en la caridad, y estar plenamente unidos desde ahora. El signo verdadero y seguro de la venida del Espíritu no es, escribe nuevamente san Agustín, el hablar en lenguas, sino el amor por la unidad: “Sepan que tendrán el Espíritu Santo cuando consientan que vuestro corazón adhiera a la unidad a través de una sincera caridad” [12].

Releemos el himno a la caridad de san Pablo. Cada una de sus frases toma un significado actual y nuevo, si se aplica al amor entre los miembros de las diversas Iglesias.

“La caridad es paciente…
La caridad no es envidiosa…
No busca solo su interés (o solo el interés de la propia Iglesia).
No toma en cuenta el mal recibido (sino más bien el mal hecho a los demás).
No goza de la injusticia, sino que se complace por la verdad (no goza de las dificultades de las otras Iglesias, sino que se alegra de sus éxitos espirituales).
Todo cree y todo soporta” (1 Cor 13,4 ss).

“Amarse” se ha dicho “no significa mirarse uno al otro, sino mirar hacia la misma dirección”. También entre los cristianos, amarse significa mirar juntos hacia la misma dirección que es Cristo. “Él es nuestra paz” (Ef 2, 14). Si nos convertiremos a Cristo e iremos juntos hacia Él, nosotros cristianos nos acercaremos también entre nosotros, hasta volvernos, como él ha querido, “una sola cosa con él y con el Padre” (cf. Jn 17, 21). Sucede como con los radios de una rueda. Parten desde puntos distantes de una circunferencia, pero a medida que se acercan al centro se acercan también entre ellos, hasta formar un punto solo. Sucede como aquel día en Estocolmo…

Nos preparamos a celebrar la Pascua. En la Cruz, Jesús “ha abatido el muro de separación que existía entre nosotros, o sea la enemistad (…). Por medio del Él podemos presentarnos, los unos a los otros al Padre en un solo Espíritu” (Ef 2, 14.18). No dejemos de hacerlo para la alegría del Corazón de Cristo y para el bien del mundo.

Notas:

[1] Cf H.G. Gadamer, Wahrheit und Methode, Tübingen 1960.
[2] UR, 1.
[3] Due polmoni, un unico respiro. Oriente e Occidente di fronte ai grandi misteri della fede. Libreria Editrice Vaticana 2015.
[4] El texto de la Declaración se encuentra en el Enchiridion Vaticanum (EV) 17,744-817.
[5] Ib, nr. 40.
[6] J. Monod, Il caso e la necessità, Mondadori, Milano 1970, 136s.
[7] J.-P. Sartre, Il diavolo e il buon Dio, X, 4, Gallimard, Parigi 1951, p. 267 s.
[8] S.Tommaso d’Aquino, Somma teologica, II-IIae , q. 1,a.2,ad 2.
[9] G. L. Prestige, God in Patristic Thought, London 1952, chap. XIII; ed. Italiana Dio nel pensiero dei Padri, Bologna, Il Mulino, 1969, pp. 273 ss. (El triunfo del formalismo).
[10] Cf. H.U. von Balthasar, “Casta meretrix, in Sponsa Chnristi, Morcelliana, Brescia, 1969.
[11] Agostino, Contra Faustum, 32, 18 (CCL 321, p. 779).

Traducción de Zenit

FUENTE:
www.zenit.org